jueves, 1 de julio de 2010

Pintando sueños

Prólogo:

Los sueños que creamos en nuestra mente nos dicen cosas sobre nuestras actitudes para corregirnos o nos advierten respecto a personas, situaciones, etc. Para que tomemos precauciones contra los que nos quieran lastimar o las decisiones que deberíamos tomar. Salen de lo profundo de nuestro subconsciente, para que enfrentemos los aspectos ocultos de nuestra vida y veamos nuestros verdaderos sentimientos. Tal vez no lo percibamos como si los sueños nos agobien, aunque hay veces que quedamos pensando en aquella pesadilla que nos atemoriza. Pesadillas en lo que morimos o en los que otros mueren, u otras cosas fatales. Esas cosas tienen mensajes que podemos descifrar si queremos, o sino quedarnos con la duda y la paranoia de que algo nos sucederá sin saber el contenido verdadero. No dejemos que esos miedos nos abrumen.


Eras las tres de la madrugada y el insomnio no dejaba en paz. Me había acostado a las doce y aún estaba despierto. Caminaba para todos lados, me volvía a la cama, me levantaba de nuevo, otra vez me acostaba y nada…no tenía sueño. Era una ida y vuelta constante y sin sentido.
En mi mesa de luz, tenía pastillas para dormir que antes había usado, pero ahora no quería tomármelas, pretendía esta vez dormirme por mi cuenta. Yo no entendía porque hace cuatro noches me pasaba esto.
Prendí la radio y ahí escuchaba la canción que estaba de moda, la del momento, la que repetían una y otra vez, pero igual la dejé prendida. Luego busqué mi cuaderno y me puse a terminar mis dibujos, pero pensaba en crear otro. Hacía muchos paisajes de lugares que había visitado porque viajaba muy seguido. Visualizaba en mi mente las montañas cubiertas de nieve de Bariloche, el cielo apagado y nublado (así me acuerdo que estaba cuando fui). Mucho blanco del hielo y la nieve, más un gris, era todo lo que formaba el panorama. Decidí no hacerlo porque tenía poco llamativo y quería otra cosa más lúcida.
Cambié mis pensamientos, me despejé y se me vino a la mente un lugar muy raro, uno que no conocía: con mucho pasto amarillo, seco y largo, tenía un bosque de árboles en un lado, a lo lejos veía un lago muy grande y en una zona tenía mucha arena. El sol brillaba muy fuerte y allí también habían animales: leones, serpientes, pájaros, algunos peces en el agua y tigres salvajes. Me detuve para empezar a crearlo en el papel. Era muy confuso e imposible de que existiera, pero me gustaba. Se diferenciaba de todo lo real, era atípico, inusual.
Cuando lo terminé, me quedé contemplándolo por un largo rato hasta que me vino un poco de sueño al fin. Apagué la luz de mi portátil, también la radio y me adormecí siendo el dibujo la última cosa que vi antes de cerrar los ojos.
Estaba muy cansado, solo pensaba en dormirme completamente, hasta que sentí que ya estaba en el mundo de los sueños. Al principio no veía nada pero se fue haciendo todo más nítido. Y ahí estaba en ese lugar, en el que había imaginado y dibujado (cosa que no me sorprendía porque fue lo posterior que ví antes de estar en este estado).
Todo era muy pacífico, cuando apareció un león con cara furiosa que se me aproximaba lánguidamente. Tenía unas garras mortales, unos dientes letales y una feroz mirada que apuntaba hacia mí. Yo me paralicé por un segundo, pero al instante empecé a correr desesperado. La bestia carnicera me seguía con una velocidad impresionante y un rugido atroz (lo que me atemorizaba más aún). Mis pies estaban temblando y la adrenalina me aumentaba continuamente. Cuando ya casi me alcazaba el animal, estaba cerca del lago; me tiré sin dudarlo y así se alejó. Pero ahora era otro el problema, algo me había mordido el pie dejándolo inmovilizado. Enseguida me di cuenta de que los peces del lago no eran peces, sino pirañas. Me dolía mucho y no podía nadar, además el agua que estaba helada me congelaba el cuerpo. Intenté hacer un esfuerzo para salir, pero sentí otro dolor, esta vez en mi brazo. Al verme, ese animal estaba prendido con fuerza y no podía sacármelo. Comencé a sangrar mucho, el agua iba quedando toda roja y el aroma de mi sangre atraía a más pirañas. Me atacaban salvajemente, hasta que fui hundiéndome hacia lo profundo. Sin poder reaccionar, me quedaba sin respiración y…desperté con una sensación de ahogo, respirando aceleradamente.
Ya había amanecido, miré mi reloj que marcaba las diez. Abrí las ventanas, até las cortinas y los rayos de sol al instante entraron. Me dirigí hacia el baño, lavé mi cara y fui a la cocina. Allí estaba mi hermana Miranda, con la que vivía desde que nuestros padres se separaron cuando ella tenía once años y yo veinte. Supe por sus palabras que la casa era un caos ese momento, porque yo no vivía ahí, estaba estudiando en la capital, y mi hermana se vino a vivir conmigo por petición de nuestros padres. Desde ese entonces hemos vividos juntos, no ha querido volver porque acá ya ha hecho sus amistades, además mamá vive con su pareja y a Miranda no le gusta la idea.
Ahora ella ya es adolescente con dieciséis años, es una buena estudiante y es muy madura, aunque sufre ciertos problemas psicológicos. Tiene alucinaciones que controla con medicamentos. Esto le ocurrió a partir de las peleas de nuestros padres, los médicos decían que había sido muy afectada por la violencia que veía entre la figura materna y paterna, y además era muy débil mentalmente. Ese ambiente de desorden fue el que le dejó estás consecuencias, era como que su sentido se había perdido y escapaba a otro lugar, huía de esa situación caótica para irse de la realidad.
Me serví el café y el pan, y me senté a desayunar cuando Miranda me preguntó:-buenos días ¿cómo dormiste?
-y...más o menos
-¿otra vez tuviste insomnio?
-sí, pero se me pasó un poco
-¿te tomaste tus pastillas?
-no, no quiero usarlas más porque no quiero depender de eso
-no deberías de forzarte tanto a dormir, te vas a agotar mucho, te convendría tomarte las píldoras, para eso te las dio el médico
-prefiero que no, me cuesta mucho despertarme
-pero a mi siempre me decís que me tome las mías, y lo hago
-lo mío es más leve, lo tuyo es diferente
-no, es lo mismo
-no voy a discutirte
-porque tengo razón-respondió en voz baja
-¿qué dijiste?-pregunté
- nada, ya me tengo que irme que mi amiga me está esperando en la casa
-chau, portate bien
-jajaja, chau- me saluda y se va.
Yo me quedé terminando el desayuno y prendí la televisión mientras tanto. Estaban pasando la noticia del accidente de hace dos días, en la que murieron cuatro personas que iban en una moto: una mujer, un hombre y dos niños. Ya la había visto varias veces y no me gustaba ver otra vez esa tragedia tan imprudente; el mundo está hecho un desastre en este dos mil once ¡cada cosa pasa! Pienso que a medida que pasa el tiempo todo empeora, pero no se puede hacer nada.
Cuando terminé de desayunar, fui a buscar mi cuaderno de dibujos, mi cuaderno de hojas lisas en el que había hecho ese extraño lugar, el que reproduciría para luego encuadrarlo. Tenía un encanto único y especial, era una obra surrealista de la que nadie se podría olvidar. Tal vez me haría llegar a lo alto como un gran artista, porque la pintura era toda mi pasión y sustento económico. Es bueno hacer lo que uno quiere y que de eso se pueda vivir, yo me siento afortunado.
Tomé mis pinturas y un pincel para empezar. Inicié con el color amarillo dando pinceladas suaves y cuidadosas. Distrayéndome por un instante, vi por la ventana que cielo se llenaba de nubes hasta que después de un rato estaba todo gris. Los truenos comenzaron a escucharse y unas gotas de agua caían cada vez más fuerte. Algunas se chocaban contra el vidrio y otras contra el suelo. Ahora la lluvia se había venido con energía y relampagueaban destellos de luz blancos y brillantes que eran cegadores.
Continuando con mi actividad, de a poco iba avanzando y muy calmadamente. Me concentraba y enfocaba mucho, no debía dispersarme de nuevo. Todavía no tenía ninguna forma puesta en el lienzo, pero de a poco se iría distinguiendo cada elemento.
Mientras las horas pasaban perdía la noción del tiempo y el cielo no se callaba; estaba descargando su furia. Mi mente también se perdía, mis pensamientos viajaban y a la vez la pintura iba quedando lista. Todo comenzaba a tener más “sentido”, se clarificaba antes los ojos, pudiéndose entender mejor aquella imagen que provenía del mundo de los sueños. Ahora solo me faltaban algunos detalles que agregaba con paciencia y cautela.
De pronto el teléfono sonó interrumpiéndome y bajándome a tierra. Lo atendí; era Miranda preguntándome si se podía quedar a dormir en lo de su amiga, yo accedí sin problema para poder volver a mis cosas. Colgué, y a continuación miré la hora; la una de la tarde. Había pasado bastante tiempo pintando y aunque ya tenía mi mano cansada, fui y terminé lo que hace rato venía haciendo.
Mi día siguió igual de tranquilo, ya no tenía nada más para hacer hasta que anocheció y llegó el momento de ir a dormir. Era la hora de la lucha contra mi voluntad, esa pelea en la que a veces hacía trampa porque me ganaba el cansancio. Me cepillé los dientes y en seguida me fui a la cama. Acostado ya, me puse a ver el techo sin razón alguna, quizás para aburrirme y caer dormido. Sin embargo para mi no era tan simple como eso, además todavía seguía agotado de la noche anterior. No quería permanecer tanto tiempo despierto en estado que me irritaba, entonces decidido, no jugaría limpio; me tomaría esas drogas que hacían el trabajo que mi cuerpo debía de hacer por si mismo.
Su efecto fue instantáneo, me dejaron rendido, y muy pronto comenzaría a soñar. Yo esperaba otra vez ver el paisaje insólito contemplado en la anterior visita a este mundo; así fue. Nuevamente me encontraba allí y en esta oportunidad la amenaza que se me presentaba no era ese león, sino los tigres salvajes. Mi primera reacción fue correr hacia el bosque y perderlos por allí. Funcionó; mi idea funcionó, pero cuando intentaba salir no encontraba escapatoria. Intentando por distintos lados seguía igual, probablemente estaría caminando en círculos volviendo a donde había iniciado.
Toda la noche continuó así, hasta que la voz de mi hermana me despertó:-¡despertate! que ya es de tarde
-¿qué hora es?
-las dos
-¿qué? No puede ser, estás pastillas me hacen dormir todo esto- un momento de silencio quedó mientras me despabilaba- ¿cómo te fue? ¿te divertiste?
-sí ¿y vos qué tal? ¿Te aburriste? ¿Qué hiciste?
-no sé, no mucho
-vi esa pintura que hiciste, me gustó
-¿enserio?
-sí, es rara pero eso es lo que la hace buena ¿cómo se te ocurrió?
-fue un sueño que tuve
-ah…que bien, bueno levantate que es hora de comer
-sí, ya voy.
Me levanté y me vestí para hoy, como quería hacer, le colocaría el marco a la pintura y la colgaría juntos con las otras que había en la pared. Quizás llamaría más la atención que las demás o quizás no. Luego este día transcurrió normalmente, hice mi rutina diaria y nada nuevo aconteció.
Otra vez de noche, tomé mis medicamentos para dormir ya vencido porque no podía controlar mi problema, estaba todo el día muy cansado. Se repitió la misma cosa de siempre; yo en el lugar fantástico pero con una diferente situación. La lluvia que no cesaba desde ayer, hacía notar su presencia de nuevo. Nada cambiaba.
Así se repitió por vario tiempo, pero las historias de mis sueños cambiaban. En una de ellas tenía como peligro a una serpiente que no podía evadir y que luego me estrangulaba. En otra me enfrentaba a unos pájaros, (cuervos para ser preciso), que me picoteaban y lastimaban, me lograba escapar al desierto de arena pero me hundía, eran arenas movedizas. Una más diferente era que yo tenía sed por el sol que estaba muy fuerte y por el calor que hacía, no podía tomar agua del lago por las pirañas, no podía buscar sombra en el bosque porque me perdería, entonces al final me moría deshidratado y con la garganta seca. ¿Cómo es posible que mi creación de arte se transforme en un tormento distinto cada vez que se oculta el sol y sale la luna? ¿Por qué sueño esto? No tengo respuestas, no puedo hacer nada.
Nada de eso importaba en este momento, en este gran día, vendrían a casa críticos de arte para ver mi obra. Ellos la evaluarían y decidirían si tendría el éxito tan anhelado o no. Yo me encontraba muy nervioso y tenía toda la certeza de que les iba a gustar. La pintura tenía como nombre “El infierno de los sueños” que hacía referencia a mis cosas vistas en ese lugar, a esas pesadillas.
El timbre se escuchó y ansioso fui, eran aquellos hombres importantes, vestidos elegantemente. Los hice pasar y les dije que se sentaran, los atendí lo mejor pude. Luego fuimos a lo significativo, a que vieran lo que yo había elaborado. Quedaron sorprendidos y atentos; no sabía si era buena señal o no, lo que me ponía más alterado. Le sacaban varias fotos y la observaban mucho.
Después de contemplarla por varios minutos, se fueron diciéndome que la analizarían con más ojo y que me llamarían diciéndome su decisión. Ahora solo restaban más nervios, impaciencia, ansiedad y una espera irritante.
Esas sensaciones se acabaron muy de prisa porque al otro día me llamaron; la alegría me invadió toda el alma y contesté muy ilusionado. Yo solo escuchaba lo que me decían, no hablaba nada, me quedaba a expectativas de su veredicto final. Las ilusiones muy pronto se convirtieron en llanto, ellos no apreciaron la pintura, dando además, comentarios con palabras muy directas y duras. Me sentía un fracasado total; a pesar de todo el empeño que le había dejado a esa pasión mía, fue todo en vano. Se me sumó otro problema más a parte de no poder dormir, me estaba desmoronando, siempre rechazaban mis trabajos. Basta, basta, basta…me dije a mi mismo, no podía hacer nada, solo quedarme a esperar, pero ¿a esperar qué? No sé, por ahora seguiría con mi vida y el resto se vería.
Todo siguió como siempre hasta que en una noche a las tres, me desperté con los gritos de Miranda; salí desesperado para ver que pasaba. Ella estaba temblando, me contó que había tenido una pesadilla, con mi pintura, me decía que el sueño estaba yo y que los animales me atacaban y me moría ¿Algo andaba mal? ¿Qué pasaba con ese maldito lugar?
Después de que terminamos de hablar volví para mi cuarto y me quedé pensando por unos minutos, pero de nuevo el medicamento hizo efecto. Me sorprendí esta vez, no veía el mismo y repetitivo paisaje; ahora solo había una puerta muy vieja y con detalles raros. Intenté abrirla pero estaba trancada, la empujé y no pasó nada hasta que me cansé de insistir inútilmente y me tiré con fuerza hacia delante tirándola. Unos rayos de luz fue lo único que logré ver porque después se terminó el sueño.
Cuando me desperté enseguida dibujé la puerta intentando acordarme más de la imagen que no podía ver bien clara en mi mente ¿Qué significaría ver eso? La terminé de dibujar pero al mirar lo que había hecho, lo tiré ¿por qué hice una puerta? ¡Una puerta! No tiene sentido hacer tal cosa.
En el living estaba mi hermana, que al entrar yo, salió llorando sin dar explicaciones, tal vez por una pelea con su novio o con alguna de sus amigas, tal vez…Ni bien me senté en el sillón escuché un chillido horrible, y a continuación como una especie de explosión que me asustó y me preocupó. Corrí hacia fuera y el mundo se me vino abajo, no podía ser cierto ¡no! Los ojos se me llenaron de lágrimas, mi cuerpo empezó a temblar, sintiendo desesperación total y angustia ¿Por qué a mi? ¿Qué es lo que hice mal? Era otro golpe de la vida, un desafío difícil de superar, una tragedia. No sabía que hacer, me quedé sin palabras, sin aliento y sin reaccionar. Empecé a darme la cabeza en la pared, me estaba volviendo loco, la impotencia me dominaba. Mis ojos quedaron impactados aún cuando había dejado de ver aquella situación horrible y mis oídos sentían solo un zumbido aturdidor; entré en un ataque de pánico. Le daba la espalda a aquel caos del que empezaba a cuestionar el porque y me respondía a mi mismo ¿Esto está pasando? ¿Es real? ¿Es un sueño? No, no pasa nada solo estoy delirando, solo estoy durmiendo, nada es real.
Me quedé en un momento de silenció para reflexionar mejor y llegué a la conclusión de que todo esto era verdad. Me di vuelta viendo que en una ambulancia se llevaban a Miranda sangrando y herida, un auto había chocado con otro y en el medio de ese accidente estaba ella. Algún vecino había llamado por esta emergencia, pero aunque ya la estuvieran asistiendo mi mente no soporto el momento y me desmayé.
No sabía cuanto tiempo pasó, si una hora, dos, tres…tal vez habían pasado solo unos minutos cuando me desperté, pero no tenía idea. Estaba tirado en el mismo sitio, tenía dolor de cabeza y la memoria se me había desvanecido. Nadie se preocupó en ayudarme, yo solo me paré y no vi nada raro ¿por qué me desmayé?
Entré a mi casa, me senté en una silla y me vino un malestar que me provocaba mareos. Por eso me quedé quieto hasta que se me pasará, y mientras me iba sintiendo mejor los recuerdos regresaban. Lento, muy lento, veía algunas cosas en mis pensamientos, que en un principio no reconocía pero después se me hacían familiares. Había algo que no se terminaba de definirse y no lograba entenderlo. Y…y….y… ¡no! ¡Maldita sea! ¡El accidente de Miranda! Ya comprendía el recuerdo, eso había pasado instantes atrás y yo estaba acá sin hacer nada. ¿Dónde estaría? ¿En qué sanatorio? ¿Dónde?
Cuando dejé de hacerme preguntas reaccioné, empecé a llamar a todos los lados para averiguar a que lugar se la habían llevado; la encontré y me fui enseguida. Iba manejando muy nervioso y bastante acelerado, pero no me importaba nada. Un inspector de tránsito me pidió detenerme; no le hice caso. Un semáforo estaba en rojo y como del otro lado no venía ningún vehículo, lo pasé igual. Encontré una calle que estaba cortada por reparaciones; me dio igual, seguí.
A penas llegué, busqué información de mi hermana: sobre su estado y en que habitación estaba. Me dijeron que estaba muy grave, su salud era crítica y que la tenían conectada a todo. Al próximo parte médico lo darían al otro día entonces me quedé a esperar, pero llamé a mis padres quienes me respondieron que vendrían lo antes posible. Yo mientras tanto estaba en la sala de espera dejando pasar el tiempo, dejándolo fluir.
Así fue, estuve sentando sin hacer nada hasta que llegó mi padre y más tarde mi madre. Nos quedamos hablando y consolándonos entre nosotros mismos. No se podía hacer otra cosa, no…llenos de preocupación, angustia, dolor, todo fue transcurriendo muy lentamente lo que lo hacía más sufrido. Luego de que se terminaron las palabras, el silencio dominó todo la situación.
Me dormí dejando caer una gota de tristeza y angustia de mis ojos, y cerrando muy despacio mis parpados. Esa puerta que antes había destruido seguía tirada y en mismo lugar ¿esto es el vació? De a poco distintos elementos fueron apareciendo formando finalmente un túnel con pinturas colgadas que desconocía. Eran muy raras y tétricas; inspiraban miedo. Comencé a caminar viendo cada cosa a mí alrededor y buscando una salida. No iba con prisas, solo con confusión dando pasos desorientados. Al lo lejos, hacia donde iba, había oscuridad que se desaparecía a medida que avanzaba.
Mi cuerpo se sentía cansado, mi respiración era dificultosa pero seguía en ese camino. Paré, cuando allí encontré mi pintura “El infierno de los sueños” a lado del resto y me quedé mirándola. Repentinamente se desaparecía al igual que el resto, dejando espacios vacíos. Luego de esto, las paredes se llenaron de espejos, en los que mi imagen estaba dibujada. Empecé a sentir dolor de cabeza y un mareo me confundía los pies y me desorbitaba la mirada. Cuando me estabilicé volví mis ojos de nuevo hacia mi reflejo; solo veía hasta mi cuello. Miré hacía abajo y allí estaba mi cabeza tirada. Comencé a tocarme la cara y parecía estar allí pero el espejo me mostraba otra cosa. De pronto empezaron a explotar los vidrios que manifestaban una falsa apariencia de mí. Corriendo para alejarme, por todos lados estaba lo mismo, (como si no me estuviera moviéndome) lo que me causaban temores y pensamientos negativos que se iban intensificando más y más. Escuchaba mis pasos retumbando de arriba abajo con un eco interminable que se sumaba al insoportable quebrar de los cristales.
Tras varios instantes de mi andar acelerado, cerré los ojos para continuar sin orientación y si me tenía que chocar lo haría y si seguía avanzando por el sendero infinito también. No detendría a mis pies, no pararía a descansar.
Unos llantos de mujer llegaron a mis oídos y me perturbaban más aún de lo que ya estaba. Regresé mí vista a la situación para saber si algo había cambiado, entonces divisé que solo se encontraba el piso en el que estaba corriendo. Cuando llegué al final, el vacío en que antes estaba, ahora se hallaba delante de mí; salté sin pensar. Desperté con mi cuerpo temblando un poco, apuntando mis ojos hacia la pared blanca y girándolos a donde estaba mi madre, quien lloraba. Confundido pregunté:-¿qué pasa?
-es Miranda-contestó mi padre
-¿Cómo está? ¿Qué tiene?
-grave…tiene un derrame de sangre con un alto riesgo de muerte-respondió demostrando una tristeza profunda pero aguantándose el llanto
-¿qué? ¡No!-grité dejando caer una lágrima que llegó acompañada de otra.
Salí corriendo sin decir a donde iba y que haría. Lógicamente me había dando cuenta de que era de día nuevamente y de la hora en la que estaba. En mi auto, en el que había llegado al hospital, me volvía a mi casa otra vez.
Al llegar, entré directo a mi habitación, pero no sin antes llevarme mis pastillas y servirme agua. Me senté en la cama para enseguida tomar mis comprimidos y luego acostarme. Me tocaba la cabeza con preocupación suspirando muy fuerte y repetidas veces. Cerraba mis parpados con tranquilidad, pero cuando el fatal recuerdo se me presentaba en los pensamientos, los abría bruscamente. En este instante deseaba no tener memoria para que nada me atormentara.
Un minuto se fue haciendo dos, dos minutos tres, tres cuatro, cuatro cinco y así hasta que se transformaron en horas. Horas que se sumaban para dejar transcurrir el tiempo, que me enloquecía y que hacía mover los astros para traer a la noche. Los somníferos habían perdido su efectividad lo que me llevó a ingerir otra píldora y después una tercera, pero seguía sin resultado. Ya era desesperante, y sin más remedio, salí para ver el cielo nublado. Me senté en el piso anhelando que todo esto no estuviera pasando o que tuviera un final, un final feliz. Nada podía calmarme y nada de lo que quería ocurría. Solo restaba esperar y escuchar a los truenos que gritaban furiosos.
Cuando el agua empezó a mojarme, volví para adentro dando un portazo. Apenas estaba en el comedor, desfallecí y mi cuerpo se derribó violentamente. Sin saber la razón del desmayo, me encontraba tirado en suelo con mi mente en blanco perdiendo el conocimiento.
No sé cuantos instantes estuve en mismo lugar, había perdido todo el sentido pero nuevamente estaba despertando. Abrí mis parpados con dificultad y no distinguía lo que veía, era todo borroso. Me refregué los ojos y la nitidez se hizo presente. Me encontraba en aquel lugar de pastos largos, con un desierto, un lago y un bosque pero sin los animales ¿Acaso seguía inconciente sobre el piso? Lo sentía tan real: percibía el calor del sol radiante, la hierba seca y amarilla que me rozaba, y el movimiento de mis piernas al dar pasos. De repente escuché un susurro amenazante que me hizo detener, y entonces el sonido terminó. Luego de una pausa para pensar el origen de ese ruido, continué con mí andar. Otra vez oía lo mismo entonces me apresuré mientras miraba hacia atrás, algo me estaba persiguiendo. Paré al chocarme con alguna cosa, pero al levantarme noté que el león era esa cosa y a su lado estaba el tigre. Retrocedí primero despacio y luego me fui tan veloz como podía hasta que mis pies quedaron mojados; estaba adentro del lago. Una piraña se me acercaba para morderme pero me alejé desesperado y enseguida una serpiente se me enredó. A la vez que iba corriendo me la intentaba sacar antes de que pusiera sus dientes en mi piel, pero no lo pude evitar y lo hizo. Reaccioné rápido, la tomé del cuello y se la tiré a los felinos depredadores; se quedaron atacándose entre ellos tratando de sacarse la víbora que los agredía.
En este lugar yo era la presa y cuando creí estar a salvo había olvidado a los cuervos que ya venían hacia mí. Con prisa buscaba el bosque que no encontraba, pero lo que ya había encontrado era la arena movediza en la que me estaba hundiendo. Ahora quería se absorbido lo más de prisa posible, para por lo menos estar fuera del alcance de esas aves malignas. Al estar sumergido a la altura del cuello, me estaba quedando sin aire y comenzaba a tragar arena. Cuando faltaba poco para esta profundamente cubierto hasta la cabeza, uno de esos pájaros logró picotearme lastimándome.
Aparecí en el bosque que había intentando localizar hace unos segundos sin logros, pero ahora ya estaba en donde quería. Al instante noté que en uno de los árboles estaba tallada aquella puerta extraña. Sin sorpresa iba hasta la misma; aunque si había una sorpresa. Mientras yo me acercaba, el árbol se alejaba, cada vez más y más. Mi conclusión fue rápida y obvia, caminé para el lado contrario hasta que mi espalda chocó esa puerta. Me di vuelta, la abrí y entré llegando hacia el túnel antes visitado. Curiosamente “El infierno de los sueños” estaba frente a mí y sin importarme lo rompí tirándolo al suelo y saltándole encima. Esta vez no aparecieron los espejos, aunque una voz masculina me decía que me despertara exigiéndomelo y repitiéndolo.
Al poco rato reaccioné a ese llamado; me di cuenta de que estaba en el baño de mi casa con la cabeza y la pierna lastimada, la ventana estaba rota y mi padre estaba a mi derecha con cara de preocupación. Él sin dejarme volver a mí, preguntó inquieto:-¿estás bien?
-no creo ¿qué me pasó? ¿Por qué estoy acá?
- Te fuiste del hospital sin dar explicaciones y luego yo vine a ver si estabas bien. Pero cuando llegué, caminabas y gritabas desesperado, rompiste una pintura, después fuiste al baño y te encerraste hasta que escuché un ruido y entré. Estabas sangrando y haciendo locuras, yo te empecé a hablar para que te calmaras y ahora estás acá. Estoy preocupado ¿hay algo que quieras decirme?
-lo último que me acuerdo es que me vine para casa, me tomé los comprimidos para dormir y que salí afuera para despejarme, pero después…
-¿después qué?
-nada, algo sin importancia
-no me importa, quiero saberlo
-es que…es difícil de explicar y de creer
-¿el qué? Si no me hablás no puedo ayudarte
-¿ves esa pintura?-indicándole-la hice yo y…
-sí, pero no me cambies de tema
-¿me dejás seguir? No sabés de lo que voy a hablar, esperá que te digo lo que pasa
-continuá entonces
- bueno, yo estaba en esa pintura que hice, pero como adentro de ella y veía todo como si fuera real; me sentía en ese mundo, percibía el dolor, el calor, el frío…
-¿cómo? ¿De qué me estás hablando?
-ves, no me creés, no te puedo contar, dejémoslo ahí que es algo banal
-es complicado de entender, me estás hablando de cosas irracionales sin embargo quiero que sigas
- bueno, luego de estar en ese lugar llegué a una puerta, que me llevó a un túnel con pinturas y ahí fue que se desapareció todo y te vi, y ahora estamos conversando
-me asustás pero ¿eso fue lo que pasó realmente?
-¿por qué inventaría toda esta historia?
-esto es alarmante, te tiene que ver un profesional
-no, no quiero nada, no estoy loco- le negué con cara angustiosa
-¿te pasa algo más? ¿Verdad? A ver…- dijo insinuando a que le cuente y yo lo dejé a la espera de mi respuesta hasta que me decidí hablarle
-soy un fracaso, mi vida es un fracaso ¡todo es un fracaso!
-no, no digas eso
-sí, lo digo porque no quiero mentirme, tengo veinticinco años y no he logrado cumplir ninguno de mis proyectos para progresar. Por ejemplo un día vinieron profesionales a ver mis trabajos y los rechazaron sin darle oportunidad, siempre me ha pasado lo mismo. No sirvo para esto, debí haber sido otra cosa, pero no, yo seguí mis sueños ¿y como me fue? Horrible es la respuesta, sino no fuera porque me contratan para pintar las paredes no tendría como sustentarme. Tanto estudio de arte para nada, porque a nadie le importa mi arte, a nadie…Además me he estado quedando con pocos amigos por dedicarle todo mi tiempo a mi afán y encima que a Miranda le pasa esto, se me hace más difícil la existencia.
-es complicado seguir el camino que cada uno quiere, tenemos que ser pacientes y poner más que toda la fuerza para que se cumpla aquello que anhelamos. Hay que caminar mucho aunque algunas veces no sentamos apesadumbrados y nos volvamos locos por el cansancio, debemos seguir. Tenemos que abrirnos puertas para que las oportunidades puedan entrar a nuestras vidas. Aunque te sientas un fracasado, tenés la satisfacción de que lo intentaste y peleaste por tus deseos.
-gracias papá-agradecí conmovido y lo abracé
-estoy orgulloso de que hallas hecho aquello lo que realmente querés y de que te sientas bien haciéndolo, estoy orgulloso sin importar tus fracasos-se despidió y nuevamente quedé solo.
Ya con sueño me fui a dormir pensando en esas palabras sabias, necesitaba descargarme de lo negativo que me perseguía desde hace tiempo. Por fin me había desecho de esa energía mala que me abrumaba. Pero… ¿con sueño? ¿Después de tanto tiempo? Aunque esto era lo normal sentía que algo había cambiado, tal vez estaba liberándome de una carga importante, quizás era la causa de este problema, ahora desatado.
¿Acaso aquel insomnio y los sueños eran por esto? ¡Sí! Tenía ser que eso, pero lo sueños…los sueños me habían hablado, me estaban diciendo cosas ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¿Cómo fui tan ciego?
Yéndome por mis pensamientos me fui adormeciendo al punto de estar en un profundo reposo. Esta vez con un sueño diferente que no era pesadilla; en mi casa había un muchacho con ropa blanca estaba de espalda pintando, pero no veía que, suponía que no era algo extraño. Yo no intervenía en la situación, estaba de observador aunque nada más ocurría. Probablemente a la noche siguiente continuaría con aquello y podría saber ese “misterio”.
Al despertar puse mis pies en el piso con toda la fuerza de voluntad estando muy satisfecho por la charla con mi padre. Tomé todas mis cosas para pintar: pinceles, lienzos y mis ganas, para pasar todo el día creando. Hice una puerta, una puerta por la van a llegar las oportunidades, los amigos, el amor. Un espejo que refleja lo que soy, lo que fui y lo que seré, él que tendré cada vez que me olvidé lo bueno de mí mismo. Un túnel, que es mi camino, en el dejo mis raíces, que lo lleno de mi estabilidad y seguridad para no desviarme de los objetivos que tengo planteados. Y puse con mis manos todas las cosas que orientaran los caminos en la vida, en mi vida y en la de cada uno.
Más tarde fui para saber noticias de mi hermana, las cuales fueron positivas; ya no tenía el riesgo mortal que era tan preocupante. Estaba mejorando; lo que me daba tranquilidad y era un alivio que borraba un poco la angustia. El cielo estaba azul y despejado, yo estaba despejado también, todo se había vuelto lúcido y jubiloso.
Cuando ya la tarde caía, me encontraba detallando mis pinturas en mi casa pacífica. Sí, pacífica, aburrida y solitaria, aunque en este momento no tenía animo de estar así. A pesar de que así podía estar más concentrado, no lo deseaba. Pero de todas maneras continué en mi labor enfocado y dedicado.
De repente me sentí un poco mareado, entonces me detuve para reposar unos minutos. No obstante fue más tiempo ya que el mal estar no cesaba y aumentaba su intensidad. Era algo sin sentido porque no le encontraba la causa; o sí…el exceso de las pastillas ingeridas, posiblemente ese descuido mío tenía la culpa. Pensé entonces que ya se me iba a pasar, pero pensé erróneamente porque eso no sucedió.
Espontáneamente mis ojos dejaron de funcionar transportándome al sueño de anoche, junto con el muchacho pintando. Primero me quedé observando sin saber si hablarle o no, después me acerque y procedí a hacerlo:-¿quién sos?-él no respondió
¿Qué hacés acá? ¿Quién sos?-repetí
-ya me conocés muy bien-respondió dándose vuelta y dejándome mudo al ver que era yo mismo, tenía mi cara, mi cuerpo, mi voz…no encontraba palabras que decir
-¿qué estás pintando?-pregunté porque no me lo mostraba
-una sorpresa-respondió con aires de psicópata
-quiero verla
-no, es una sorpresa
-la voy a ver igual-advertí empujándolo
Él realmente me estaba diciendo la verdad ¡una sorpresa! Al ver esa imagen quedé impactado, me veía a mi mismo con una camisa de fuerza, en un hospital psiquiátrico ¿Qué era aquello? ¿Acaso las pesadillas no habían terminado? ¿Qué seguiría después?
Mi alter ego que estaba atrás de mí, me reprochó con rabia apretando los dientes:-era una sorpresa-y con un chuchillo que traía me amenazó. Empecé a correr intentando evadirlo para protegerme contra su ataque y le iba tirando con cosas. Le ponía sillas para que no pasara, le cerraba las puertas en la cara pero sin poder ponerle llave al estar nervioso. A pesar de todas mis evasiones quedamos frente a frente; él con esa arma blanca y yo sin nada.
-¿Qué querés?-pregunté
-en este lugar no hay espacio para los dos
-pero yo soy el dueño de este mundo
-no, por mucho tiempo- aseguró abalanzándose sobre mi pero no dejé que se me acercara y me escapé. Salí por la puerta del fondo de mi casa viendo hacia atrás paranoicamente, y aunque allí estaba atrapado por el muro de dos metros, lo trepé. Subía con una dificultad y un desespero que me daban cansancio comenzando a acalambrarme. Ya cuando solo restaba subir mi pie derecho él me tomó apuñalándome la extremidad. Me le caí encima golpeándome la cabeza y perdiendo el conocimiento.
Desperté atado de los pies a la cabeza en una cama, parecía que estaba en un hospital:-¿dónde estoy?-pregunté asustado y confundido
-no te preocupes, acá te vamos a ayudar- respondió una mujer con aspecto de intelectual evadiendo lo que yo quería saber realmente
-¿quién es usted?
-soy Virginia-dijo sonriendo
-¿qué hago acá?
-tu padre te encontró delirando en tu casa hace una semana y luego de que te llevaron al hospital te trasladaron a este centro
-¿una semana? ¡No lo puedo creer! ¿Y delirando? ¿Qué clase de centro es este?
-te respondo; sí, una semana, y sí, estabas delirando y este es un centro de rehabilitación mental
-¿qué es lo que tengo?
-una sobredosis de medicamentos para la esquizofrenia. Me enteré de que tu hermana tiene esta enfermedad, y no sé si por equivocación o por qué motivo que tomaste los fármacos esos, me lo vas a tener que contar
-no me acuerdo, no tengo memoria, pero ¿cómo está mi hermana?
-ella está bien, sigue internada pero se va mejorando. Volvamos a tu situación hay cosas que debés decirme y ya sabés cuales son.
-no, ahora no quiero hablar…por favor
-entonces después- y se fue.
Cinco meses pasaron, Miranda ya recuperada por completo del accidente aunque con secuelas que le quedarían para siempre llegó:- ¿cómo estás?
-no sé
-¿estás sintiéndote mejor? ¿Has pasado bien?
-sigo sin dormir cada noche, sigo sin estar tranquilo, sigo sin poder vivir, sigo sin comer bien, sigo asustado, sigo paranoico y sobre todo ¡sigo este lugar! ¿Acaso te parece que estoy bien? Todos piensan que soy un maldito loco, pero no es así porque voy a salir de este lugar, muy pronto, te lo juro…
-no te alteres, yo no quería hacerte sentir mal
-pero lo hiciste
-perdón, no fue intencionalmente, y ya dejá de darme la espalda ¡habláme de frente! Desde que he venido has estado pintado sin mirarme a la cara-la respuesta se hizo esperar por un momento y luego vino un suspiro antes de que siguiera la conversación
-¿qué es lo que estás haciendo?
-no te lo puedo mostrar
-¿por qué? quiero ver
Él se da vuelta con ojos de maniático y responde:- es una sorpresa-dejando ver detrás la pintura que tenía un túnel oscuro con espejos que lo reflejaban con una camisa de fuerza y sin su cabeza, y al final una puerta abierta que mostraba aquel “Infierno de los sueños”.