martes, 16 de noviembre de 2010

A la cacería de humanos

La peor noche

En una noche cuando Darwin terminaba de trabajar, su novia Valentina, lo estaba esperando para irse juntos a su casa que estaba en un barrio muy tranquilo y vacío. Sus vecinos se habían ido de vacaciones y entonces estaban más aún tranquilos de lo que era el barrio. Los dos estaban muy cansados entonces enseguida llegaron se fueron a dormir.
A las dos y media de la mañana golpearon la puerta, Darwin fue a ver quien era y cuando abrió la puerta no había nadie, se volvió a acostar. Otra vez golpearon, pero está vez más fuerte, asustado y con duda fue una vez más a ver quien era. Abrió la puerta y habían dos tipos armados y con la cara cubierta:-¡aléjate!-ordenó y Darwin procedió a hacerlo
-¿dónde está la plata?- dijo uno de ellos cuando entrando a revisar
-toma esto es todo lo que tengo-dijo Darwin mientras la sacaba de su pantalón
-eso no es suficiente, ¡quiero más!
-te doy mi reloj y mi cadena
En eso la Valentina dice:-¿quién es?
-nadie quédate ahí
-bueno pero no demores
-¿dónde está la caja fuerte?- reclamaron

-no tenemos caja fuerte

-¿dónde guardás toda plata?

-en el banco

-¿me estás tomando el pelo? entonces si no tenés más plata nos llevamos a tu noviecita-amenazó uno de los delincuentes
-no, por favor no-pidió Darwin
-si, claro que sí- respondió irónicamente

-llévense todas las cosas de la casa, no me importa

-¿qué vamos a llevarnos si tenés puras porquerías? Te pregunto por última vez ¿dónde está la plata? No me vengas que no tenés

-ya revisé todo, no encontré nada, pero…me faltó revisar el cuarto-mencionó el otro que estaba revolviendo todo

-¿así que ahí escondés la plata?

-no, está en el banco ya se los dije

-ah ¿si?-mientras iba hacia la habitación donde estaba Valentina
-¡corre Valentina corre!-gritó Darwin
-¿qué pasa?-pregunto ella con una voz temblorosa
-¡corre!
Uno de los tipos entra al cuarto tirando la puerta de unas patadas mientras el otro apunta a Darwin, Valentina se esconde debajo de la cama pero el criminal la encuentra enseguida porque de los nervios ella grita. La agarra del brazo bruscamente, se la lleva apuntándole un arma. Darwin nervioso les dice:-lleven lo que quieran menos a ella

-te la devolvemos cuando nos des cincuenta mil dólares

-no tengo tanta plata

-este es un barrio rico, yo creo que sí- se enoja uno

Intentando liberarla, Darwin los golpea pero ellos le devuelven el golpe, cae al piso. Se la llevan en un auto desmayada por el susto. Darwin se levanta, se viste, va a buscar su auto y los sigue rápidamente.

¡Al rescate!

Después de seguirlos varios kilómetros, se detienen en un campo donde hay muy a lo lejos una casa. Van hasta ahí, se bajan y entran. Darwin deja su auto y protesta por olvidarse de su celular, se va caminando hasta la casa pero se queda escondido en unos árboles esperando el momento indicado para entrar y sacar a su novia.
Los delincuentes salen hacia el auto, Darwin aprovecha el momento y va corriendo hacia la casa a buscar a Valentina. Mientras miraba por todos las habitaciones, escucha gritos de desesperación y los sigue hasta encontrar de donde provienen. Cuando llega, ve a su novia atada, con una cinta en la boca y está lleno de cuerpos. Se dirige a desatarla pero se explota la luz. Entre esas dificultades y pisando a los muertos va y toca las cuerdas que tienen atada a Valentina. Le saca la cinta y de a poco va sacándole las piolas.
De repente se oye que vienen los dos tipos, se ponen muy nerviosos sin saber que hacer pero salen por una ventana tratando de hacer el menor ruido posible. Cuando ya salieron afuera de la casa está uno de los delincuentes que los vio, salen corriendo desesperados a buscar el auto pero están las ruedas pinchadas. Deciden esconderse atrás de unos árboles.
Darwin agarra un palo y va corriendo a golpear al secuestrador que lo seguía, lo desmaya pero es tanta su rabia que lo sigue golpeando sin parar hasta que Valentina dice:-¡basta! mira lo que hiciste
Al escuchar eso queda en shock mirando lo que ha hecho, se pone las manos en la cabeza y cara mientras se aprieta con fuerza y abriendo los ojos grandes.
Cuando van a subir al auto de los secuestradores están las puertas trancadas, las empiezan a patear y golpear hasta que las rompen y se abren. Se suben y tienen la suerte de que las llaves están puestas, arrancan muy rápido, aceleran. Una mano sale de atrás del asiento y ahorca a Valentina, entonces Darwin, deja de prestarle atención a volante e intenta sacarle las manos del cuello de su novia. Se olvida que tiene el pie en el acelerador y este se tranca. Darwin se va para el asiento de atrás si saber esto y ve que el que estaba atrás era uno de esos tipos, lo golpea y queda inconsciente. Al menos eso aparentaba porque despierta repentinamente y da un grito monstruoso.

Peligro y miedo

El grito que dio, le causo un gran susto a Darwin, entonces, le golpea la cabeza contra el vidrio haciendo que se rompa. Tira a este tipo por la ventana, pero como hay vidrios hace que se corte el cuerpo y él las manos. Entre toda esa conmoción el auto sigue andado, pero justo cuando iban a intentar detenerlo se chocan con un árbol haciendo que Valentina se golpee la cabeza y que su novio salga volando hacia delante y también se dé un golpe, quedando los dos inconscientes.
Media hora después despiertan, se bajan del auto y van caminando hacia la calle hasta que Valentina grita porque la golpearon y se desmaya. Darwin se da vuelta y ahí están los dos delincuentes, él no entendía nada porque se suponía que estaban muertos. Enseguida se pone a correr, pero se resbala y cae, pero se para y sigue corriendo. Se detiene al chocarse con uno de los tipos esos que lo tira al suelo, lo agarra del cuello sin dejarlo respirar hasta que pierde la conciencia.
Se va recuperando de a poco y está en esa casa otra vez, atado a una cama y asustado porque enfrente de él están esos psicópatas:-hola señor, ya despertó
-¿qué quieren? ¿Por qué nos hacen esto?
-¿esto qué? Si no les hemos hecho nada, solo divertirnos un rato, pero lo que queremos ahora es jugar a un juego
-¿qué juego? ¿Qué tenemos que hacer?
-tienen que comer esto
-¿qué es?
-carne humana y putrefacta
-¿y si no lo hacemos qué?
-si no lo hacen alguno de ustedes el otro va a morir, van a ser parte de la colección de cuerpos que hay-entonces procedieron a hacerlo con asco y con arcadas.
-listo, ya lo hemos hecho ¿ahora nos dejaran ir?
-¡no! el juego recién empieza
-ahora deben tomarse este ácido
-no nos pueden hacer esto por favor-ruega Valentina
-si podemos o si no ya saben lo que pasa
-pero ¿por qué? Si me dejan ir a mi y pido plata ¿nos dejan ir? Eso es lo que quieren, plata

-¿y te vamos a creer? Por supuesto que no pero como ya no los vamos a dejar ir vamos a hacerlos sufrir... ¡ahora cállense y hagan lo que les dije!
Se miraron Darwin y Valentina los dos a la cara con lágrimas e hicieron eso. Nos les pasó nada:-jajaja creyeron que eso era ácido, que estúpidos jajaja- eso en realidad era orina. Arcadas hacían por tal sustancia asquerosa que solo les provocaba ganas de vomitar.
Por la rabia que le había causado eso a Darwin lo escupió en la cara, entonces el delincuente prendió una vela, espero que se consumiera un poco y le tiró la cera en el cuerpo, luego se la apago en el brazo y lo hizo gritar muy fuerte por el dolor. Valentina de la ira que se le despierta golpea a uno de ellos. Después de hacer eso pierde la fuerza.
Enfurecidos los dos psicópatas por esto le dan un golpe contra la pared y queda tirada en la cama pero no inconsciente. Uno de ellos dice:-ya basta de ustedes que comience el verdadero juego ¡salvar sus vidas!- mientras le colocaba un escorpión en el pecho a Darwin. Luego estos dementes se van dejándolos encerrados. De repente la casa empezó a arder, los cuerpos que estaban en esa habitación se incendiaban y Valentina mirando todo a su alrededor llora desconsolada y fatigada.

Salven sus vidas

En esa desesperación su novio le dice:-sacame esto por favor, ¡sacamelo! Ella se acerca pone su mano, el insecto sube a la misma, luego lo deja en el piso y lo pisa. Debido a que su calzado se le había roto el aguijón se le traspasa, le pica y le deja un poco de veneno. Ella se sienta, se rompe un pedazo de ropa, se descalza y se hace un torniquete.
Luego desata a Darwin pero cuando van a salir no tienen escapatoria porque está todo en llamas. Pensando que hacer se dan cuenta de que pueden salir por la ventana, y se tiran por allí. Valentina con su pie herido, le es difícil caminar, entonces, se sostiene del hombro de su novio. Caminan lo más rápido posible pero aparecen esos tipos y los empujan haciendo que se caigan y salgan rodando.
Darwin se levanta, agarra a uno de ellos pero el otro le va a disparar, entonces se da vuelta esquivando la bala y esta va a parar al psicópata quien cae arriba del otro demente. A esto lo aprovechan quitándole el arma y le disparan en la cabeza, este también muere.
Cuando el novio de Valentina la va a ayudar a levantarse, algo se tira arriba de él. Era un perro con rabia, que lo rasguña pero no alcanza a morderlo porque le dispara antes de que haga esto. Luego de este susto se van a buscar el auto para intentar hacerlo funcionar, y lo consiguen, después se dirigen hacia la calle.
Van intranquilamente a buscar ayuda pero de la nada viene un auto y se chocan. El auto en el que iban Valentina y Darwin se da vueltas rompiéndose más aún. Ellos se quedan atrapados y lastimados adentro del auto.

Siempre entre nosotros

Darwin y Valentina fueron dados de alta del hospital cuatro semanas después. Volvieron con sus familias; Valentina se había mudado pero sintieron la curiosidad de ir a la casa del barrio tranquilo que decían que estaba abandonada por sucesos extraños. Cuando llegaron allí, vieron que estaba todo destrozado y eso les causo una gran duda y confusión porque estos psicópatas no habían hecho ningún daño. Decepcionados y con rabia se lamentaban mientras miraban todo. Repentinamente, empiezan a escuchar una respiración que les causa miedo. Darwin, al mirar en los vidrios rotos de un espejo, ve a esos maniacos atrás de él. Se da vuelta y aún están ahí cuando los va a golpear, su mano los traspasa, eran espíritus. De la impresión sale corriendo y agarra a Valentina del brazo, la lleva con él. Cuando salen a la calle, un auto que justo estaba pasando por ahí no se puede detener y...
En el último momento logra doblar, dejándolos a ellos y al conductor ilesos. Pero ellos sin saber esto, van a ver como está. Como el auto tenía vidrios negros, no lo podían ver entonces deciden abrir la puerta pero estaba trancada. La persona que está en el auto abre la puerta y sale, al verlo Valentina grita.

martes, 2 de noviembre de 2010

Una simple salida

El calor se hacía notar pero el aire del mar tocaba la piel y lo aliviaba. La luna estaba en el cielo y las estrellas la acompañaban iluminando el cielo. Esta era una noche de verano en esas salidas de jóvenes en las que todos se embriagan. Mariana estaba muy borracha y sus amigos también. Todos ellos hacían las idioteces de su edad: (tenían entre quince y diecinueve), gritaban, cantaban, contaban chistes subidos de tono y ese tipo de cosas. Eran ocho muchachos alcoholizados en una playa, a las doce de la noche, a los que no les importaba nada, era el descontrol del verano. Para ellos cada día era una fiesta, y por otros lados de Punta del Este debía de haber chicos como ellos.

Mariana y su novio Rafael, se alejaron del grupo para tener más privacidad. Se quedaron cerca del agua pero sin dejar que esta los mojara. Allí empezaron a revolcarse en la arena y besarse, lo típico. Después de unos minutos Rafael se detuvo:-¿escuchás eso?
-no ¿qué cosa?

-eso- se que quedaron callados los dos y se sintió un ruido

-¡ay! ¡Qué asqueroso que sos! ¡Pa! ¡Qué baranda!

-jajaja-rió Rafael y al ver que su novia se alejaba la llamaba:-para no te enojes, no te vallas

-cuando se termine el olor horrible ese, voy, pero ¿qué anduviste comiendo?

-jajaja-rió nuevamente.

Un rato después seguían en la situación amorosa hasta que:-¡picarones!-gritó Víctor, uno de los amigos

-¡qué susto boludo!-gritó Mariana

-¿qué haces? ¿Qué no ves que estamos ocupados?-protestó Rafael

-sí, ya lo veo, pero vine a avisarles que nosotros en un rato nos vamos a la fiesta de electrónica, si quieren ir vallan apurándose

-sí, sí, ya vamos-lo corría Rafael.

Momentos más tardes ellos volvieron al grupo:-ya volvimos, no demoramos tanto vieron, ustedes estaban rompiendo pero no los hicimos esperando tanto ¡ahora a la fiesta!-habló Mariana

-¡tres horas estuvieron allá!-reclamó Julieta

-nada que ver, no seas exagerada, y ya vas ver cuando tengas novio hermanita, jajaja

-¿cómo es eso? ¿Qué andaban haciendo los traviesos?-curioseó Romina

-mucho sexo, mucho sexo- respondió Mariana

-yo ni me di cuenta de que no estaban- comentó Fabricio

-porque vos tenés un pedo encima...tremendo, todas las boludeces que estabas diciéndome…-se burló Romina

-pero callate que estás igual- lo defendió Axel

-¡ahí ya está el otro saltando!- atacó Romina

-¡bueno basta! No sé ustedes pero yo me voy a una fiesta de electrónica, si quieren pueden quedarse pelando por boludeces, yo me voy- avisó Mariana

-sí ¡vamo’ arriba!-intervino Rafael

-esperen que me meo- advirtió Víctor mientras salía corriendo apretando las piernas. Se alejó varios metros hasta que sus amigos no pudieran verlo y allí empezó a orinar:-¡uf! ¡Qué alivio!-. Y cuando terminó sintió que alguien le tocó la espalda:-¿quién es?

-¡no te muevas!

-ah...sos vos Axel ¡no jodas!-dijo mientras se daba vuelta

-no, no soy Axel- aclaró el hombre que estaba armado

-¿esto es un robo?

-me parece que no estás en condiciones de hacer preguntas

-mirá te doy todo-mientras sacaba cien pesos de sus bolsillos

-¿solo esto? ¿Qué no ves que te puedo volar la cabeza?

-no tengo más

-a ver…no me estás entendiendo-amenazó poniéndole el revolver en la cabeza

-tengo veinte pesos más, solo eso-dijo dándoselos

-¿conocés a esos pendejos?-preguntó señalando a sus amigos

-no, no tengo idea

-entonces no te va importar si les hago algo ¿verdad?

-no, no me importa-mintió asustado.

El ladrón se fue hacia donde estaban ellos y entonces Víctor reaccionó:- ¡corran!- y se tiró encima al tipo

-¿qué hacés tarado?- le pegó con el mango y lo dejó tirado, adolorido y lastimado.

Por otro lado sus amigos algo inquietos:-¿qué pasa que demora tanto?- se impacientó Celeste

-tiene el tanque lleno- le respondió Romina entres risas

-¡hablando enserio estoy diciendo! Sos re pendeja Romina

-habló la madura

-ta, ta, ta, déjense de joder, ya va a venir- se metió Mariana

-¡ay! ¿Qué fue ese grito?- se asustó Julieta

-deben ser algunos borrachos por algún lado, no des bola-le respondió Rafael

El delincuente se acercaba caminando sin ningún apuro:-¡mirá allá viene Víctor!-expresó Mariana, pero al ver que se aproximaba se dio cuenta de que no era su amigo.

Cuando el hombre armado llegó a ellos sus caras cambiaron; este sacó su pistola y les apuntó sin decir nada:-¡ah! ¡Nos roban! ¡Nos roban!- gritó Julieta

-¡callate! Y sí, adivinaste

-¡Nos roban! ¡Nos roban!- continuó asustada

-¡qué te calles imbecil!-disparó al cielo-ahora todos ustedes me van a dar sus cosas ¿queda claro?-nadie dijo nada-¿queda claro pendejos?- preguntó de nuevo enojado

-sí, pero no nos hagas nada-pidió Julieta

-¿y vos vas decirme que hacer pendeja?

-es que…no…por favor

-ah…parece que sí me vas a dar ordenes a mí, jajaja, si querés seguir viva ¡cerrá la boca de una vez!

-¡a ella no le hablés así!

-¡callate Fabricio!- ordenó Celeste

-no me callo nada, porque él tiene derecho de tratarnos así, porque lo primero es el respeto, el respeto…

-¡basta!- le mandó nuevamente- no le hagas caso está borracho-explicó al tipo

-¿así que te hacés el vivo?

-yo estoy vivo, porque no estoy muerto, entonces estoy vivo

-¿enserio?- se le acercó, lo agarró de los pelos y lo escupió

-¡soltame! ¡soltame!

-parece que todos ustedes son unos mandones ¡eh!- le pegó con el mango del arma y se calló al piso

Se quedó mirando a los senos de Romina pero ella no se quedó callada:- ¿qué me mirás asqueroso?

El hombre no dijo nada y miró para otro lado, pero sin avisar volvió a mirarla y la golpeó de igual forma que a Fabricio y Víctor. Mientras tanto Julieta se iba escapando disimuladamente pero no le funcionó:- ¿a dónde te vas?

-no, a ningún lado

-me parece que te querías escapar

-no, no…enserio

-anda con los otros entonces, los quiero todos juntitos, porque nadie se quiere escapar ¿verdad?-nadie respondió-¿verdad pendejos?-repitió

-sí-dijeron a coro

-me parece bien-concluyó.

Luego le sonó el celular:-¿qué pasa?

-¿a vos que te pasa? ¿No le podés robar a unos pendejos? Vamo’ arriba

-mirá, lo que pasa es que se me hacen los vivos, entonces estoy enseñándoles a respetarme

-ah...con que esa era la cosa ¿qué te parece si te acompañamos?

-sí, buena idea- respondió colgando el celular.

En un breve lapso de tiempo ya estaban los tipos con los que había hablado el ladrón. Eran dos, habían llegado en una camioneta, y se les notaba el estado de drogadicción en sus ojos, además de que estaban fumando un cigarro con un olor espantoso. Uno de ellos empezó a tocar Julieta que estaba muy asustada y reaccionaba con desprecio, pero sin decir palabras, ni hacer muchos gestos más que el de dar vuelta la cara. Luego el hombre le arrancó la remera y el pantalón, mientras que Julieta lloraba sin hacer nada. La manoseaba de pies a cabeza y además de esto, se sumó otro de los tipos al juego asqueroso. Mariana pedía angustiada que por favor no le hicieran más eso, y se abrazó con Rafael mirando a otro lado. Ninguno de ellos podía hacer nada por que uno de los delincuentes estaba apuntándoles.

A Axel le gustaba Julieta aunque ella no sabía, pero pensó que está sería una buena oportunidad de demostrárselo; estaba equivocado. Sin embargo no podía permitir tal abuso y se abalanzó sobre los violadores, los golpeó y se defendió como pudo. El tipo que tenía el arma disparó…minutos de preocupación se adueñaron de cada uno de ellos, era un situación rápida ellos se movían peleando. Tendría que tener una buena puntería ¿La tendría? ¿A quién le habrían disparado?

Uno de los abusadores cayó muerto y enseguida un segundo disparó le dio en el muslo a Axel, quien se derribó. Luego las balas empezaron a ir en dirección a los muchachos que salieron corriendo. Rafael rozó un proyectil en su brazo, Celeste no tuvo tanta suerte, la munición se le clavó en la pierna. Entre ellos intentaban ayudarse a escapar pero el psicópata los seguía sin prisa; dos balas más salieron del arma, una más para Rafael y otra para Julieta. Mariana era la única ilesa que se detuvo al ver que ya no podían escapar:- ¡déjenos en paz de una vez! ¿Qué quieren? ¿Robarnos? Mirá yo te doy mi plata, mi celular, todo, no me importa nada. Solo te pido que no nos lastimes más.

-no es posible, no podemos dejar evidencias y la evidencia son ustedes, ya va a venir la policía, y ustedes van a hablar, no voy a correr ese riesgo.-

Mariana lo mordió, rasguño, golpeó pero a cambio recibió un golpe con el revolver que quedó tirado en el suelo. Celeste que estaba conciente aunque aparentando que no, tomó el arma:- ¡no te muevas!- gritó

-¿Quién dijo eso?-preguntó el hombre dándose vuelta

- ¡quedate quieto!

-ah…mirá, no me digas ¿qué vas a hacer matarme?

- ¡callate la boca!

-dale, dipará si te creés valiente

- soy muy capaz, no me provoques

-¿qué tan capaz?

-¡basta! No digas ni una sola palabra más

-¿pensás que me das miedo? No, seas patética, matame de una vez ¡matame!

-lastimaste a mis amigos y ahora yo te voy a lastimar- y apretó el gatillo con los ojos cerrados.

Una risa malévola se inició:- ya no tiene balas

-¡estás mintiendo!- disparó de nuevo y nada pasó

-¿ves?- entonces Celeste le tiró hacia la cara, le dio en hombro- ¡perra! Ya me tenés cansado, todos me tienen cansado esto termina ahora mismo, la desmayó con el arma.

Una hora después Mariana abrió los ojos y vio que estaban todos atados, ella también, algunos aún inconscientes, otros despiertos. Preguntó confundida:-¿dónde estamos?

-en la camioneta-respondió Axel

-tengo frío, tengo frío- se lamentó Julieta que todavía estaba semidesnuda- el piso está frío- era de chapa

-¿Cuánto tiempo pasó?

-no sé, pero aún es de noche-habló Rafael.

-¿y los tipos?

-deben estar adelante- la camioneta tenía una chapa que separaba la parte de atrás con la de adelante, pero no era grande porque ellos estaban apretados, y posiblemente era robada.

-tenemos que buscar la forma de salir-propuso Mariana

-pero así no nos podemos desatar es muy incómodo-dijo Rafael

-¡ay! me duele la pierna-se quejó Axel

-a mi el brazo- agregó Rafael

-bueno basta déjense de quejarse, tenemos que irnos antes de que nos hagan algo y la pregunta es el cómo

-no te olvides de que algunos todavía no se despertaron-mencionó Axel

-sí, tenés razón ¿qué vamos a hacer con Fabricio? No creo que se despierte, estaba muy borracho ¿y con Romina?-

-a Fabricio lo dejamos acá y Romina se puede ir sola-sugirió Romina ya despierta

-este no es momento para tus idioteces-se enojó Mariana-tenemos que pensar que vamos a hacer.

De repente golpearon la puerta atrás:- ¿están ahí?

-¿quién sos?-interrogó Mariana

-soy Víctor, vine a sacarlos de acá

-¿qué? ¿Víctor? ¿Cómo llegaste?

-vine en el auto, pero no importa, no es tiempo de eso tengo que sacarlos de ahí. Vamos a hacer esto: tengo una piedra parto los vidrios, después ustedes la agarran y rompen la cerradura por adentro. Hay que ser rápidos, los tipos ahora se fueron, pero esto va a ser ruidoso ¿listos? Ahí voy-.

Pronto la puerta estaba abierta y todos se iban hacia el auto, mientras que Víctor y Rafael cargaban a Celeste que aún seguía inconsciente. Pero aún tenían que llevarse a Fabricio cuando aparecieron los delincuentes:- rápido que ya nos escucharon- se preocupó Víctor

-sí, es que pesa mucho.

Repentinamente Fabricio despertó:-¿qué hacen? ¿Qué me hacen? ¿Quiénes son? ¡Suéltenme! ¡Suéltenme!

-somos nosotros, Rafael y Víctor

-¡Suéltenme! ¡Suéltenme!-se tiró al piso

-tenemos que irnos Fabricio, después te explicamos

-¡No quiero!

-¡mierda! ¡Qué tomaste! ¡Vamos! Estamos perdiendo el tiempo, tenés que confiar en nosotros.

La discusión siguió y mientras tanto los que estaban en el auto se preocupaban:-¿qué están haciendo? ¿Por qué no vienen? ¿Les habrá pasado algo?- se angustió Mariana

-no sé, hace rato que están- respondió Julieta

-entonces yo me bajo- decidió Mariana

-no lo hagas, eso sería empeorar las cosas, quedémonos a esperar- sugirió Axel

-pero no podemos arriesgarnos a que nos atrapen a nosotros, tenemos que irnos y después volvemos a ayudarlos- propuso Romina

-pero tampoco podemos dejarlos- le reclamó Mariana

-Romina tiene razón Mariana, vamos a irnos- impuso Axel

-pero ellos, y Rafael, no quiero dejarlos

-Voy a arrancar

-¡yo me bajo!

-no Mariana, te quedás- Romina la sostenía para que no se fuera- arranca de una vez Axel-. El auto se prendió y se fueron:-¡no!- gritó Mariana ese momento.

Por otro parte Víctor y Rafael habían podido convencer a Fabricio, al ver que los hombres les disparaban. Pudieron esconderse atrás de unos árboles aunque no podían moverse porque los delincuentes estaban al acecho y no se iban. Los muchachos se pusieron nerviosos cuando uno de ellos se le acercaba; Fabricio le tiró una piedra:-¡ah! ¡Idiotas!

-¿están ahí?

-¿y qué te parece?-ahora estaban los dos buscándolos

-miralos allá van

-tengo una idea.

Rafael, Fabricio y Víctor que veían que todavía eran perseguidos, se detuvieron al estar acorralados:-alto ahí, jajaja- se burló el más que ladrón- se vienen con nosotros y sin protestar, no tengo más paciencia, los otros se habrán ido ustedes se quedan.

Los otros chicos en el auto iban preocupados por haber abandonado a sus amigos:- no puede ser que los hayamos dejado, me siento horrible, y Rafael allá, no…no puedo ni imaginarme como están- protestó angustiada Mariana

-sí, yo también me siento mal, pero tenemos que buscar ayuda, me desespera esto, y encima no tenemos los celulares. Aunque sea ¿sabes a dónde vamos Axel?- intervino Romina

-no, ni siquiera en donde estamos

-¿podés ir más rápido?

-apenas sé manejar

- ¡qué mierda!- se quejó Mariana rabiosa

Desgraciadamente el auto que iba con su lenta marcha se detuvo al no tener combustible:- ¡no! ¡No puede ser! ¡Encima esto! ¿Qué podría ser peor?- gritó Romina cuando empezaba a llover

Todos miraron al cielo:- haceme un favor Romina callate la boca y no digas más nada- pidió Mariana

-bueno ¿ahora que hacemos?- preguntó Axel

- podemos hacer solo dos cosas, una irnos caminando a donde terminemos, y la otra volver a buscar a Fabricio, Rafael y Víctor; quedarnos a esperar ya lo descarté. Ahora levanten la mano los que quieran irse caminando a donde sea que vayamos a terminar- propuso Mariana

Solo Romina levantó la mano:- ¡Romina! ¿Cómo vas a ser así? ¿Pensás dejar nuestros amigos?

-no, pero ¿qué podemos hacer nosotros? ¡Nada! Vamos arriesgarnos y terminar todos mal

-no sé, algo vamos a hacer, pero si querés irte, andate

-no, sola no voy a ir, pero se olvidan de un gran detalle; Celeste

-sí ¿qué hacemos con ella?- habló Axel

-yo estoy bien- dijo Celeste

-¡te despertaste! ¡Al fin!- se alegró Mariana con alivio

-bueno ¿a dónde vamos?- interrogó

-hemos ido derecho entonces volvamos derecho, como en línea recta -respondió Axel y comenzaron caminar.

Minutos después estaba Mariana escondida atrás de un árbol, los nervios la controlaban y no sabía que hacer. La respiración se le aceleraba, el corazón se le agitaba, el desespero en su mente crecía, la lluvia no se detenía, la noche no se iba. Estruendos que iban al cielo retumbaban en sus oídos, llamados a gritos la presionaban, amenazas la atemorizaban. Pero no podía moverse ni dejar que la descubrieran, ese sería el fin de todos.

Su mente a veces se iba pensando que todo estaba bien, que estaba en otro lugar que nada de eso pasaba. Solo eran pequeños instantes de irse a otra parte, pero la fría situación la arrastraba a tierra. Ella lloraba, la lluvia se iba, el viento se acercaba.

El turno del primero había llegado; Rafael estaba atado y parado arriba de unas piedras, pronto el agua se lo llevaría. Uno, dos, tres y se encontraba intentando respirar en el mar que lo golpeaba contra las piedras. El grito de Mariana reveló donde estaba y luego su imagen se hizo presente. Su voz alterada pedía piedad:- ¡No! ¡Por favor sáquenlo! ¡Por favor rápido! ¡Hagan algo!

Sus amigos no podían hacer nada, estaban todos atados; Julieta, Romina, Celeste, Axel, Fabricio y Víctor. El plan de rescatarlos no había funcionado para nada, Mariana era la única que había podido conseguir escapar y esconderse hasta ahora, cuando Rafael estaba muriendo ahogado. Los tipos sonreían de satisfacción y tampoco hacían nada; uno de ellos dijo:-al fin te aparecés- y se cayó al agua como si una mano lo volteara llevándolo del pie.

El mar se movió de una forma inusual por unos instantes, un sonido atípico se sintió, la cabeza de Rafael se alzó a la superficie y subió a las piedras cargando un revolver que disparó sin avisar a uno de los hombres que estaba allí armado; le dio en el abdomen. El restante de ellos solo tenía un cuchillo, que tiró al suelo a órdenes del muchacho. Este también se alejó de ellos pero siendo apuntado cuidadosamente, el tipo que estaba en el agua salía con dificultad, Rafael le entrego la pistola a Víctor y se fue con él que intentaba salir a tierra. Lo miró con ojos de rabia, luego le dio la mano y lo ayudó a salir. Cuando estaba en suelo recuperando el aliento lo pateó en la cabeza contra las piedras duras y lo dejo inconsciente. Solo Mariana estaba sorprendida de esa actitud, los otros estaban satisfechos por tal cosa.

Romina sin saber que hacer cuestionó:-¿qué hacemos ahora?

-nos vamos a llevar a este, y vamos a pedir ayuda, súbanse a la camioneta -le respondió Rafael

Axel subió pero se bajó en seguida:-¡mierda! No tiene combustible

-¡pero que suerte la nuestra!- se enojó Mariana

-entonces vamos caminando- resolvió Rafael

Y así se fueron, iban todos cansados, heridos, desfalleciendo, débiles; Víctor y Rafael le apuntaban al hombre todo el tiempo. Repentinamente se escuchó un ruido:-¡viene alguien!- dijo Julieta que se adelantaba:-¡auxilio! ¡Por acá!-gritaba alterada. Venía un auto rápidamente, un hombre manejaba el vehículo pero venía distraído hablando con una mujer; los gritos no habían sido escuchados ya que en el auto venían con música fuerte que se escuchaba desde lejos. Julieta que no se corría del medio de calle insistía con su llamado:-¡Paren! ¡Paren!.

El conductor percibió a la muchacha pero cuando ya estaban muy cerca de ella; tal vez la reacción del auto a frenar no sería a tiempo, entonces Julieta cerró los ojos para no ver su muerte. Los chillidos de las ruedas contra el piso aturdieron a todos los oídos y cuando creyeron que ya era tarde ahí estaba el auto parado frente a la chica ilesa.

Mariana y su hermana se abrazaron mientras los otros explicaban la situación, la pareja estaba desconfiada de ellos, más aún cuando vieron los revólveres que cargaban dos de ellos, por lo que no bajaron del vehículo. Se susurraban cosas:-miralos están armados-dijo ella

-¿qué hacemos?

-dale marcha atrás a todo lo que dé ¡ya!

El auto arrancó tal como habían dicho, los muchachos los seguían pero no se detenían, les dispararon a las ruedas delanteras; el vehículo no pudo seguir. Mientras tanto el tipo que llevaban de “rehén” se escapaba corriendo, Víctor se dio vuelta y le disparó en la cabeza, este se cayó al piso. Luego preguntaron donde estaban y como ir a la ciudad; la mujer les respondió. Después le sacaron las balas que le quedaban a las armas y las tiraron en el auto pero no sin antes desmayar a la pareja, no podían correr el riesgo de ser de delatados.

En seguida de eso se fueron para donde les habían indicado y así pedir ayuda, ya no tenían las armas, no se la podían negar. Llegaron a una casa y golpearon la puerta; Celeste habló:-señora nos puede ayudar nos robaron por favor-le costaba hablar por estar tan débil. La mujer reaccionando rápido los llevó en su auto hasta el hospital.

Ocho semanas después estaban todos juntos hablando de lo sucedido, sentados en el mismo lugar donde había empezado la historia. Era de tarde, en otoño, no había nadie allí más que ellos. No seguían siendo los mismos, ahora eran más fuertes, más concientes del mundo en que el estaban. Se enfrentaron a la violencia, estuvieron al límite, se defendieron, pelearon por ellos mismos, sobrevivieron, mataron.

Cuando tuvieron que contar lo ocurrido a la policía; mintieron, dijeron otra versión, nadie se delató, no dejarían ser arrestados. El hombre que mató Víctor fue encontrado y culparon a la pareja que no recordaban lo acontecido con los muchachos, la evidencia fue clara, encontraron el arma en su auto, los jóvenes negaron haberlos visto. El tipo al que Rafael le disparó no lo encontraron.

Ya pasó todo, no hay más que decir, no importan los remordimientos, ellos están a bien. Menos delincuentes, menos violencia en el mundo, así es como piensan ahora. Volvieron las cosas a la normalidad, como si nada hubiera pasado.

jueves, 1 de julio de 2010

Pintando sueños

Prólogo:

Los sueños que creamos en nuestra mente nos dicen cosas sobre nuestras actitudes para corregirnos o nos advierten respecto a personas, situaciones, etc. Para que tomemos precauciones contra los que nos quieran lastimar o las decisiones que deberíamos tomar. Salen de lo profundo de nuestro subconsciente, para que enfrentemos los aspectos ocultos de nuestra vida y veamos nuestros verdaderos sentimientos. Tal vez no lo percibamos como si los sueños nos agobien, aunque hay veces que quedamos pensando en aquella pesadilla que nos atemoriza. Pesadillas en lo que morimos o en los que otros mueren, u otras cosas fatales. Esas cosas tienen mensajes que podemos descifrar si queremos, o sino quedarnos con la duda y la paranoia de que algo nos sucederá sin saber el contenido verdadero. No dejemos que esos miedos nos abrumen.


Eras las tres de la madrugada y el insomnio no dejaba en paz. Me había acostado a las doce y aún estaba despierto. Caminaba para todos lados, me volvía a la cama, me levantaba de nuevo, otra vez me acostaba y nada…no tenía sueño. Era una ida y vuelta constante y sin sentido.
En mi mesa de luz, tenía pastillas para dormir que antes había usado, pero ahora no quería tomármelas, pretendía esta vez dormirme por mi cuenta. Yo no entendía porque hace cuatro noches me pasaba esto.
Prendí la radio y ahí escuchaba la canción que estaba de moda, la del momento, la que repetían una y otra vez, pero igual la dejé prendida. Luego busqué mi cuaderno y me puse a terminar mis dibujos, pero pensaba en crear otro. Hacía muchos paisajes de lugares que había visitado porque viajaba muy seguido. Visualizaba en mi mente las montañas cubiertas de nieve de Bariloche, el cielo apagado y nublado (así me acuerdo que estaba cuando fui). Mucho blanco del hielo y la nieve, más un gris, era todo lo que formaba el panorama. Decidí no hacerlo porque tenía poco llamativo y quería otra cosa más lúcida.
Cambié mis pensamientos, me despejé y se me vino a la mente un lugar muy raro, uno que no conocía: con mucho pasto amarillo, seco y largo, tenía un bosque de árboles en un lado, a lo lejos veía un lago muy grande y en una zona tenía mucha arena. El sol brillaba muy fuerte y allí también habían animales: leones, serpientes, pájaros, algunos peces en el agua y tigres salvajes. Me detuve para empezar a crearlo en el papel. Era muy confuso e imposible de que existiera, pero me gustaba. Se diferenciaba de todo lo real, era atípico, inusual.
Cuando lo terminé, me quedé contemplándolo por un largo rato hasta que me vino un poco de sueño al fin. Apagué la luz de mi portátil, también la radio y me adormecí siendo el dibujo la última cosa que vi antes de cerrar los ojos.
Estaba muy cansado, solo pensaba en dormirme completamente, hasta que sentí que ya estaba en el mundo de los sueños. Al principio no veía nada pero se fue haciendo todo más nítido. Y ahí estaba en ese lugar, en el que había imaginado y dibujado (cosa que no me sorprendía porque fue lo posterior que ví antes de estar en este estado).
Todo era muy pacífico, cuando apareció un león con cara furiosa que se me aproximaba lánguidamente. Tenía unas garras mortales, unos dientes letales y una feroz mirada que apuntaba hacia mí. Yo me paralicé por un segundo, pero al instante empecé a correr desesperado. La bestia carnicera me seguía con una velocidad impresionante y un rugido atroz (lo que me atemorizaba más aún). Mis pies estaban temblando y la adrenalina me aumentaba continuamente. Cuando ya casi me alcazaba el animal, estaba cerca del lago; me tiré sin dudarlo y así se alejó. Pero ahora era otro el problema, algo me había mordido el pie dejándolo inmovilizado. Enseguida me di cuenta de que los peces del lago no eran peces, sino pirañas. Me dolía mucho y no podía nadar, además el agua que estaba helada me congelaba el cuerpo. Intenté hacer un esfuerzo para salir, pero sentí otro dolor, esta vez en mi brazo. Al verme, ese animal estaba prendido con fuerza y no podía sacármelo. Comencé a sangrar mucho, el agua iba quedando toda roja y el aroma de mi sangre atraía a más pirañas. Me atacaban salvajemente, hasta que fui hundiéndome hacia lo profundo. Sin poder reaccionar, me quedaba sin respiración y…desperté con una sensación de ahogo, respirando aceleradamente.
Ya había amanecido, miré mi reloj que marcaba las diez. Abrí las ventanas, até las cortinas y los rayos de sol al instante entraron. Me dirigí hacia el baño, lavé mi cara y fui a la cocina. Allí estaba mi hermana Miranda, con la que vivía desde que nuestros padres se separaron cuando ella tenía once años y yo veinte. Supe por sus palabras que la casa era un caos ese momento, porque yo no vivía ahí, estaba estudiando en la capital, y mi hermana se vino a vivir conmigo por petición de nuestros padres. Desde ese entonces hemos vividos juntos, no ha querido volver porque acá ya ha hecho sus amistades, además mamá vive con su pareja y a Miranda no le gusta la idea.
Ahora ella ya es adolescente con dieciséis años, es una buena estudiante y es muy madura, aunque sufre ciertos problemas psicológicos. Tiene alucinaciones que controla con medicamentos. Esto le ocurrió a partir de las peleas de nuestros padres, los médicos decían que había sido muy afectada por la violencia que veía entre la figura materna y paterna, y además era muy débil mentalmente. Ese ambiente de desorden fue el que le dejó estás consecuencias, era como que su sentido se había perdido y escapaba a otro lugar, huía de esa situación caótica para irse de la realidad.
Me serví el café y el pan, y me senté a desayunar cuando Miranda me preguntó:-buenos días ¿cómo dormiste?
-y...más o menos
-¿otra vez tuviste insomnio?
-sí, pero se me pasó un poco
-¿te tomaste tus pastillas?
-no, no quiero usarlas más porque no quiero depender de eso
-no deberías de forzarte tanto a dormir, te vas a agotar mucho, te convendría tomarte las píldoras, para eso te las dio el médico
-prefiero que no, me cuesta mucho despertarme
-pero a mi siempre me decís que me tome las mías, y lo hago
-lo mío es más leve, lo tuyo es diferente
-no, es lo mismo
-no voy a discutirte
-porque tengo razón-respondió en voz baja
-¿qué dijiste?-pregunté
- nada, ya me tengo que irme que mi amiga me está esperando en la casa
-chau, portate bien
-jajaja, chau- me saluda y se va.
Yo me quedé terminando el desayuno y prendí la televisión mientras tanto. Estaban pasando la noticia del accidente de hace dos días, en la que murieron cuatro personas que iban en una moto: una mujer, un hombre y dos niños. Ya la había visto varias veces y no me gustaba ver otra vez esa tragedia tan imprudente; el mundo está hecho un desastre en este dos mil once ¡cada cosa pasa! Pienso que a medida que pasa el tiempo todo empeora, pero no se puede hacer nada.
Cuando terminé de desayunar, fui a buscar mi cuaderno de dibujos, mi cuaderno de hojas lisas en el que había hecho ese extraño lugar, el que reproduciría para luego encuadrarlo. Tenía un encanto único y especial, era una obra surrealista de la que nadie se podría olvidar. Tal vez me haría llegar a lo alto como un gran artista, porque la pintura era toda mi pasión y sustento económico. Es bueno hacer lo que uno quiere y que de eso se pueda vivir, yo me siento afortunado.
Tomé mis pinturas y un pincel para empezar. Inicié con el color amarillo dando pinceladas suaves y cuidadosas. Distrayéndome por un instante, vi por la ventana que cielo se llenaba de nubes hasta que después de un rato estaba todo gris. Los truenos comenzaron a escucharse y unas gotas de agua caían cada vez más fuerte. Algunas se chocaban contra el vidrio y otras contra el suelo. Ahora la lluvia se había venido con energía y relampagueaban destellos de luz blancos y brillantes que eran cegadores.
Continuando con mi actividad, de a poco iba avanzando y muy calmadamente. Me concentraba y enfocaba mucho, no debía dispersarme de nuevo. Todavía no tenía ninguna forma puesta en el lienzo, pero de a poco se iría distinguiendo cada elemento.
Mientras las horas pasaban perdía la noción del tiempo y el cielo no se callaba; estaba descargando su furia. Mi mente también se perdía, mis pensamientos viajaban y a la vez la pintura iba quedando lista. Todo comenzaba a tener más “sentido”, se clarificaba antes los ojos, pudiéndose entender mejor aquella imagen que provenía del mundo de los sueños. Ahora solo me faltaban algunos detalles que agregaba con paciencia y cautela.
De pronto el teléfono sonó interrumpiéndome y bajándome a tierra. Lo atendí; era Miranda preguntándome si se podía quedar a dormir en lo de su amiga, yo accedí sin problema para poder volver a mis cosas. Colgué, y a continuación miré la hora; la una de la tarde. Había pasado bastante tiempo pintando y aunque ya tenía mi mano cansada, fui y terminé lo que hace rato venía haciendo.
Mi día siguió igual de tranquilo, ya no tenía nada más para hacer hasta que anocheció y llegó el momento de ir a dormir. Era la hora de la lucha contra mi voluntad, esa pelea en la que a veces hacía trampa porque me ganaba el cansancio. Me cepillé los dientes y en seguida me fui a la cama. Acostado ya, me puse a ver el techo sin razón alguna, quizás para aburrirme y caer dormido. Sin embargo para mi no era tan simple como eso, además todavía seguía agotado de la noche anterior. No quería permanecer tanto tiempo despierto en estado que me irritaba, entonces decidido, no jugaría limpio; me tomaría esas drogas que hacían el trabajo que mi cuerpo debía de hacer por si mismo.
Su efecto fue instantáneo, me dejaron rendido, y muy pronto comenzaría a soñar. Yo esperaba otra vez ver el paisaje insólito contemplado en la anterior visita a este mundo; así fue. Nuevamente me encontraba allí y en esta oportunidad la amenaza que se me presentaba no era ese león, sino los tigres salvajes. Mi primera reacción fue correr hacia el bosque y perderlos por allí. Funcionó; mi idea funcionó, pero cuando intentaba salir no encontraba escapatoria. Intentando por distintos lados seguía igual, probablemente estaría caminando en círculos volviendo a donde había iniciado.
Toda la noche continuó así, hasta que la voz de mi hermana me despertó:-¡despertate! que ya es de tarde
-¿qué hora es?
-las dos
-¿qué? No puede ser, estás pastillas me hacen dormir todo esto- un momento de silencio quedó mientras me despabilaba- ¿cómo te fue? ¿te divertiste?
-sí ¿y vos qué tal? ¿Te aburriste? ¿Qué hiciste?
-no sé, no mucho
-vi esa pintura que hiciste, me gustó
-¿enserio?
-sí, es rara pero eso es lo que la hace buena ¿cómo se te ocurrió?
-fue un sueño que tuve
-ah…que bien, bueno levantate que es hora de comer
-sí, ya voy.
Me levanté y me vestí para hoy, como quería hacer, le colocaría el marco a la pintura y la colgaría juntos con las otras que había en la pared. Quizás llamaría más la atención que las demás o quizás no. Luego este día transcurrió normalmente, hice mi rutina diaria y nada nuevo aconteció.
Otra vez de noche, tomé mis medicamentos para dormir ya vencido porque no podía controlar mi problema, estaba todo el día muy cansado. Se repitió la misma cosa de siempre; yo en el lugar fantástico pero con una diferente situación. La lluvia que no cesaba desde ayer, hacía notar su presencia de nuevo. Nada cambiaba.
Así se repitió por vario tiempo, pero las historias de mis sueños cambiaban. En una de ellas tenía como peligro a una serpiente que no podía evadir y que luego me estrangulaba. En otra me enfrentaba a unos pájaros, (cuervos para ser preciso), que me picoteaban y lastimaban, me lograba escapar al desierto de arena pero me hundía, eran arenas movedizas. Una más diferente era que yo tenía sed por el sol que estaba muy fuerte y por el calor que hacía, no podía tomar agua del lago por las pirañas, no podía buscar sombra en el bosque porque me perdería, entonces al final me moría deshidratado y con la garganta seca. ¿Cómo es posible que mi creación de arte se transforme en un tormento distinto cada vez que se oculta el sol y sale la luna? ¿Por qué sueño esto? No tengo respuestas, no puedo hacer nada.
Nada de eso importaba en este momento, en este gran día, vendrían a casa críticos de arte para ver mi obra. Ellos la evaluarían y decidirían si tendría el éxito tan anhelado o no. Yo me encontraba muy nervioso y tenía toda la certeza de que les iba a gustar. La pintura tenía como nombre “El infierno de los sueños” que hacía referencia a mis cosas vistas en ese lugar, a esas pesadillas.
El timbre se escuchó y ansioso fui, eran aquellos hombres importantes, vestidos elegantemente. Los hice pasar y les dije que se sentaran, los atendí lo mejor pude. Luego fuimos a lo significativo, a que vieran lo que yo había elaborado. Quedaron sorprendidos y atentos; no sabía si era buena señal o no, lo que me ponía más alterado. Le sacaban varias fotos y la observaban mucho.
Después de contemplarla por varios minutos, se fueron diciéndome que la analizarían con más ojo y que me llamarían diciéndome su decisión. Ahora solo restaban más nervios, impaciencia, ansiedad y una espera irritante.
Esas sensaciones se acabaron muy de prisa porque al otro día me llamaron; la alegría me invadió toda el alma y contesté muy ilusionado. Yo solo escuchaba lo que me decían, no hablaba nada, me quedaba a expectativas de su veredicto final. Las ilusiones muy pronto se convirtieron en llanto, ellos no apreciaron la pintura, dando además, comentarios con palabras muy directas y duras. Me sentía un fracasado total; a pesar de todo el empeño que le había dejado a esa pasión mía, fue todo en vano. Se me sumó otro problema más a parte de no poder dormir, me estaba desmoronando, siempre rechazaban mis trabajos. Basta, basta, basta…me dije a mi mismo, no podía hacer nada, solo quedarme a esperar, pero ¿a esperar qué? No sé, por ahora seguiría con mi vida y el resto se vería.
Todo siguió como siempre hasta que en una noche a las tres, me desperté con los gritos de Miranda; salí desesperado para ver que pasaba. Ella estaba temblando, me contó que había tenido una pesadilla, con mi pintura, me decía que el sueño estaba yo y que los animales me atacaban y me moría ¿Algo andaba mal? ¿Qué pasaba con ese maldito lugar?
Después de que terminamos de hablar volví para mi cuarto y me quedé pensando por unos minutos, pero de nuevo el medicamento hizo efecto. Me sorprendí esta vez, no veía el mismo y repetitivo paisaje; ahora solo había una puerta muy vieja y con detalles raros. Intenté abrirla pero estaba trancada, la empujé y no pasó nada hasta que me cansé de insistir inútilmente y me tiré con fuerza hacia delante tirándola. Unos rayos de luz fue lo único que logré ver porque después se terminó el sueño.
Cuando me desperté enseguida dibujé la puerta intentando acordarme más de la imagen que no podía ver bien clara en mi mente ¿Qué significaría ver eso? La terminé de dibujar pero al mirar lo que había hecho, lo tiré ¿por qué hice una puerta? ¡Una puerta! No tiene sentido hacer tal cosa.
En el living estaba mi hermana, que al entrar yo, salió llorando sin dar explicaciones, tal vez por una pelea con su novio o con alguna de sus amigas, tal vez…Ni bien me senté en el sillón escuché un chillido horrible, y a continuación como una especie de explosión que me asustó y me preocupó. Corrí hacia fuera y el mundo se me vino abajo, no podía ser cierto ¡no! Los ojos se me llenaron de lágrimas, mi cuerpo empezó a temblar, sintiendo desesperación total y angustia ¿Por qué a mi? ¿Qué es lo que hice mal? Era otro golpe de la vida, un desafío difícil de superar, una tragedia. No sabía que hacer, me quedé sin palabras, sin aliento y sin reaccionar. Empecé a darme la cabeza en la pared, me estaba volviendo loco, la impotencia me dominaba. Mis ojos quedaron impactados aún cuando había dejado de ver aquella situación horrible y mis oídos sentían solo un zumbido aturdidor; entré en un ataque de pánico. Le daba la espalda a aquel caos del que empezaba a cuestionar el porque y me respondía a mi mismo ¿Esto está pasando? ¿Es real? ¿Es un sueño? No, no pasa nada solo estoy delirando, solo estoy durmiendo, nada es real.
Me quedé en un momento de silenció para reflexionar mejor y llegué a la conclusión de que todo esto era verdad. Me di vuelta viendo que en una ambulancia se llevaban a Miranda sangrando y herida, un auto había chocado con otro y en el medio de ese accidente estaba ella. Algún vecino había llamado por esta emergencia, pero aunque ya la estuvieran asistiendo mi mente no soporto el momento y me desmayé.
No sabía cuanto tiempo pasó, si una hora, dos, tres…tal vez habían pasado solo unos minutos cuando me desperté, pero no tenía idea. Estaba tirado en el mismo sitio, tenía dolor de cabeza y la memoria se me había desvanecido. Nadie se preocupó en ayudarme, yo solo me paré y no vi nada raro ¿por qué me desmayé?
Entré a mi casa, me senté en una silla y me vino un malestar que me provocaba mareos. Por eso me quedé quieto hasta que se me pasará, y mientras me iba sintiendo mejor los recuerdos regresaban. Lento, muy lento, veía algunas cosas en mis pensamientos, que en un principio no reconocía pero después se me hacían familiares. Había algo que no se terminaba de definirse y no lograba entenderlo. Y…y….y… ¡no! ¡Maldita sea! ¡El accidente de Miranda! Ya comprendía el recuerdo, eso había pasado instantes atrás y yo estaba acá sin hacer nada. ¿Dónde estaría? ¿En qué sanatorio? ¿Dónde?
Cuando dejé de hacerme preguntas reaccioné, empecé a llamar a todos los lados para averiguar a que lugar se la habían llevado; la encontré y me fui enseguida. Iba manejando muy nervioso y bastante acelerado, pero no me importaba nada. Un inspector de tránsito me pidió detenerme; no le hice caso. Un semáforo estaba en rojo y como del otro lado no venía ningún vehículo, lo pasé igual. Encontré una calle que estaba cortada por reparaciones; me dio igual, seguí.
A penas llegué, busqué información de mi hermana: sobre su estado y en que habitación estaba. Me dijeron que estaba muy grave, su salud era crítica y que la tenían conectada a todo. Al próximo parte médico lo darían al otro día entonces me quedé a esperar, pero llamé a mis padres quienes me respondieron que vendrían lo antes posible. Yo mientras tanto estaba en la sala de espera dejando pasar el tiempo, dejándolo fluir.
Así fue, estuve sentando sin hacer nada hasta que llegó mi padre y más tarde mi madre. Nos quedamos hablando y consolándonos entre nosotros mismos. No se podía hacer otra cosa, no…llenos de preocupación, angustia, dolor, todo fue transcurriendo muy lentamente lo que lo hacía más sufrido. Luego de que se terminaron las palabras, el silencio dominó todo la situación.
Me dormí dejando caer una gota de tristeza y angustia de mis ojos, y cerrando muy despacio mis parpados. Esa puerta que antes había destruido seguía tirada y en mismo lugar ¿esto es el vació? De a poco distintos elementos fueron apareciendo formando finalmente un túnel con pinturas colgadas que desconocía. Eran muy raras y tétricas; inspiraban miedo. Comencé a caminar viendo cada cosa a mí alrededor y buscando una salida. No iba con prisas, solo con confusión dando pasos desorientados. Al lo lejos, hacia donde iba, había oscuridad que se desaparecía a medida que avanzaba.
Mi cuerpo se sentía cansado, mi respiración era dificultosa pero seguía en ese camino. Paré, cuando allí encontré mi pintura “El infierno de los sueños” a lado del resto y me quedé mirándola. Repentinamente se desaparecía al igual que el resto, dejando espacios vacíos. Luego de esto, las paredes se llenaron de espejos, en los que mi imagen estaba dibujada. Empecé a sentir dolor de cabeza y un mareo me confundía los pies y me desorbitaba la mirada. Cuando me estabilicé volví mis ojos de nuevo hacia mi reflejo; solo veía hasta mi cuello. Miré hacía abajo y allí estaba mi cabeza tirada. Comencé a tocarme la cara y parecía estar allí pero el espejo me mostraba otra cosa. De pronto empezaron a explotar los vidrios que manifestaban una falsa apariencia de mí. Corriendo para alejarme, por todos lados estaba lo mismo, (como si no me estuviera moviéndome) lo que me causaban temores y pensamientos negativos que se iban intensificando más y más. Escuchaba mis pasos retumbando de arriba abajo con un eco interminable que se sumaba al insoportable quebrar de los cristales.
Tras varios instantes de mi andar acelerado, cerré los ojos para continuar sin orientación y si me tenía que chocar lo haría y si seguía avanzando por el sendero infinito también. No detendría a mis pies, no pararía a descansar.
Unos llantos de mujer llegaron a mis oídos y me perturbaban más aún de lo que ya estaba. Regresé mí vista a la situación para saber si algo había cambiado, entonces divisé que solo se encontraba el piso en el que estaba corriendo. Cuando llegué al final, el vacío en que antes estaba, ahora se hallaba delante de mí; salté sin pensar. Desperté con mi cuerpo temblando un poco, apuntando mis ojos hacia la pared blanca y girándolos a donde estaba mi madre, quien lloraba. Confundido pregunté:-¿qué pasa?
-es Miranda-contestó mi padre
-¿Cómo está? ¿Qué tiene?
-grave…tiene un derrame de sangre con un alto riesgo de muerte-respondió demostrando una tristeza profunda pero aguantándose el llanto
-¿qué? ¡No!-grité dejando caer una lágrima que llegó acompañada de otra.
Salí corriendo sin decir a donde iba y que haría. Lógicamente me había dando cuenta de que era de día nuevamente y de la hora en la que estaba. En mi auto, en el que había llegado al hospital, me volvía a mi casa otra vez.
Al llegar, entré directo a mi habitación, pero no sin antes llevarme mis pastillas y servirme agua. Me senté en la cama para enseguida tomar mis comprimidos y luego acostarme. Me tocaba la cabeza con preocupación suspirando muy fuerte y repetidas veces. Cerraba mis parpados con tranquilidad, pero cuando el fatal recuerdo se me presentaba en los pensamientos, los abría bruscamente. En este instante deseaba no tener memoria para que nada me atormentara.
Un minuto se fue haciendo dos, dos minutos tres, tres cuatro, cuatro cinco y así hasta que se transformaron en horas. Horas que se sumaban para dejar transcurrir el tiempo, que me enloquecía y que hacía mover los astros para traer a la noche. Los somníferos habían perdido su efectividad lo que me llevó a ingerir otra píldora y después una tercera, pero seguía sin resultado. Ya era desesperante, y sin más remedio, salí para ver el cielo nublado. Me senté en el piso anhelando que todo esto no estuviera pasando o que tuviera un final, un final feliz. Nada podía calmarme y nada de lo que quería ocurría. Solo restaba esperar y escuchar a los truenos que gritaban furiosos.
Cuando el agua empezó a mojarme, volví para adentro dando un portazo. Apenas estaba en el comedor, desfallecí y mi cuerpo se derribó violentamente. Sin saber la razón del desmayo, me encontraba tirado en suelo con mi mente en blanco perdiendo el conocimiento.
No sé cuantos instantes estuve en mismo lugar, había perdido todo el sentido pero nuevamente estaba despertando. Abrí mis parpados con dificultad y no distinguía lo que veía, era todo borroso. Me refregué los ojos y la nitidez se hizo presente. Me encontraba en aquel lugar de pastos largos, con un desierto, un lago y un bosque pero sin los animales ¿Acaso seguía inconciente sobre el piso? Lo sentía tan real: percibía el calor del sol radiante, la hierba seca y amarilla que me rozaba, y el movimiento de mis piernas al dar pasos. De repente escuché un susurro amenazante que me hizo detener, y entonces el sonido terminó. Luego de una pausa para pensar el origen de ese ruido, continué con mí andar. Otra vez oía lo mismo entonces me apresuré mientras miraba hacia atrás, algo me estaba persiguiendo. Paré al chocarme con alguna cosa, pero al levantarme noté que el león era esa cosa y a su lado estaba el tigre. Retrocedí primero despacio y luego me fui tan veloz como podía hasta que mis pies quedaron mojados; estaba adentro del lago. Una piraña se me acercaba para morderme pero me alejé desesperado y enseguida una serpiente se me enredó. A la vez que iba corriendo me la intentaba sacar antes de que pusiera sus dientes en mi piel, pero no lo pude evitar y lo hizo. Reaccioné rápido, la tomé del cuello y se la tiré a los felinos depredadores; se quedaron atacándose entre ellos tratando de sacarse la víbora que los agredía.
En este lugar yo era la presa y cuando creí estar a salvo había olvidado a los cuervos que ya venían hacia mí. Con prisa buscaba el bosque que no encontraba, pero lo que ya había encontrado era la arena movediza en la que me estaba hundiendo. Ahora quería se absorbido lo más de prisa posible, para por lo menos estar fuera del alcance de esas aves malignas. Al estar sumergido a la altura del cuello, me estaba quedando sin aire y comenzaba a tragar arena. Cuando faltaba poco para esta profundamente cubierto hasta la cabeza, uno de esos pájaros logró picotearme lastimándome.
Aparecí en el bosque que había intentando localizar hace unos segundos sin logros, pero ahora ya estaba en donde quería. Al instante noté que en uno de los árboles estaba tallada aquella puerta extraña. Sin sorpresa iba hasta la misma; aunque si había una sorpresa. Mientras yo me acercaba, el árbol se alejaba, cada vez más y más. Mi conclusión fue rápida y obvia, caminé para el lado contrario hasta que mi espalda chocó esa puerta. Me di vuelta, la abrí y entré llegando hacia el túnel antes visitado. Curiosamente “El infierno de los sueños” estaba frente a mí y sin importarme lo rompí tirándolo al suelo y saltándole encima. Esta vez no aparecieron los espejos, aunque una voz masculina me decía que me despertara exigiéndomelo y repitiéndolo.
Al poco rato reaccioné a ese llamado; me di cuenta de que estaba en el baño de mi casa con la cabeza y la pierna lastimada, la ventana estaba rota y mi padre estaba a mi derecha con cara de preocupación. Él sin dejarme volver a mí, preguntó inquieto:-¿estás bien?
-no creo ¿qué me pasó? ¿Por qué estoy acá?
- Te fuiste del hospital sin dar explicaciones y luego yo vine a ver si estabas bien. Pero cuando llegué, caminabas y gritabas desesperado, rompiste una pintura, después fuiste al baño y te encerraste hasta que escuché un ruido y entré. Estabas sangrando y haciendo locuras, yo te empecé a hablar para que te calmaras y ahora estás acá. Estoy preocupado ¿hay algo que quieras decirme?
-lo último que me acuerdo es que me vine para casa, me tomé los comprimidos para dormir y que salí afuera para despejarme, pero después…
-¿después qué?
-nada, algo sin importancia
-no me importa, quiero saberlo
-es que…es difícil de explicar y de creer
-¿el qué? Si no me hablás no puedo ayudarte
-¿ves esa pintura?-indicándole-la hice yo y…
-sí, pero no me cambies de tema
-¿me dejás seguir? No sabés de lo que voy a hablar, esperá que te digo lo que pasa
-continuá entonces
- bueno, yo estaba en esa pintura que hice, pero como adentro de ella y veía todo como si fuera real; me sentía en ese mundo, percibía el dolor, el calor, el frío…
-¿cómo? ¿De qué me estás hablando?
-ves, no me creés, no te puedo contar, dejémoslo ahí que es algo banal
-es complicado de entender, me estás hablando de cosas irracionales sin embargo quiero que sigas
- bueno, luego de estar en ese lugar llegué a una puerta, que me llevó a un túnel con pinturas y ahí fue que se desapareció todo y te vi, y ahora estamos conversando
-me asustás pero ¿eso fue lo que pasó realmente?
-¿por qué inventaría toda esta historia?
-esto es alarmante, te tiene que ver un profesional
-no, no quiero nada, no estoy loco- le negué con cara angustiosa
-¿te pasa algo más? ¿Verdad? A ver…- dijo insinuando a que le cuente y yo lo dejé a la espera de mi respuesta hasta que me decidí hablarle
-soy un fracaso, mi vida es un fracaso ¡todo es un fracaso!
-no, no digas eso
-sí, lo digo porque no quiero mentirme, tengo veinticinco años y no he logrado cumplir ninguno de mis proyectos para progresar. Por ejemplo un día vinieron profesionales a ver mis trabajos y los rechazaron sin darle oportunidad, siempre me ha pasado lo mismo. No sirvo para esto, debí haber sido otra cosa, pero no, yo seguí mis sueños ¿y como me fue? Horrible es la respuesta, sino no fuera porque me contratan para pintar las paredes no tendría como sustentarme. Tanto estudio de arte para nada, porque a nadie le importa mi arte, a nadie…Además me he estado quedando con pocos amigos por dedicarle todo mi tiempo a mi afán y encima que a Miranda le pasa esto, se me hace más difícil la existencia.
-es complicado seguir el camino que cada uno quiere, tenemos que ser pacientes y poner más que toda la fuerza para que se cumpla aquello que anhelamos. Hay que caminar mucho aunque algunas veces no sentamos apesadumbrados y nos volvamos locos por el cansancio, debemos seguir. Tenemos que abrirnos puertas para que las oportunidades puedan entrar a nuestras vidas. Aunque te sientas un fracasado, tenés la satisfacción de que lo intentaste y peleaste por tus deseos.
-gracias papá-agradecí conmovido y lo abracé
-estoy orgulloso de que hallas hecho aquello lo que realmente querés y de que te sientas bien haciéndolo, estoy orgulloso sin importar tus fracasos-se despidió y nuevamente quedé solo.
Ya con sueño me fui a dormir pensando en esas palabras sabias, necesitaba descargarme de lo negativo que me perseguía desde hace tiempo. Por fin me había desecho de esa energía mala que me abrumaba. Pero… ¿con sueño? ¿Después de tanto tiempo? Aunque esto era lo normal sentía que algo había cambiado, tal vez estaba liberándome de una carga importante, quizás era la causa de este problema, ahora desatado.
¿Acaso aquel insomnio y los sueños eran por esto? ¡Sí! Tenía ser que eso, pero lo sueños…los sueños me habían hablado, me estaban diciendo cosas ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¿Cómo fui tan ciego?
Yéndome por mis pensamientos me fui adormeciendo al punto de estar en un profundo reposo. Esta vez con un sueño diferente que no era pesadilla; en mi casa había un muchacho con ropa blanca estaba de espalda pintando, pero no veía que, suponía que no era algo extraño. Yo no intervenía en la situación, estaba de observador aunque nada más ocurría. Probablemente a la noche siguiente continuaría con aquello y podría saber ese “misterio”.
Al despertar puse mis pies en el piso con toda la fuerza de voluntad estando muy satisfecho por la charla con mi padre. Tomé todas mis cosas para pintar: pinceles, lienzos y mis ganas, para pasar todo el día creando. Hice una puerta, una puerta por la van a llegar las oportunidades, los amigos, el amor. Un espejo que refleja lo que soy, lo que fui y lo que seré, él que tendré cada vez que me olvidé lo bueno de mí mismo. Un túnel, que es mi camino, en el dejo mis raíces, que lo lleno de mi estabilidad y seguridad para no desviarme de los objetivos que tengo planteados. Y puse con mis manos todas las cosas que orientaran los caminos en la vida, en mi vida y en la de cada uno.
Más tarde fui para saber noticias de mi hermana, las cuales fueron positivas; ya no tenía el riesgo mortal que era tan preocupante. Estaba mejorando; lo que me daba tranquilidad y era un alivio que borraba un poco la angustia. El cielo estaba azul y despejado, yo estaba despejado también, todo se había vuelto lúcido y jubiloso.
Cuando ya la tarde caía, me encontraba detallando mis pinturas en mi casa pacífica. Sí, pacífica, aburrida y solitaria, aunque en este momento no tenía animo de estar así. A pesar de que así podía estar más concentrado, no lo deseaba. Pero de todas maneras continué en mi labor enfocado y dedicado.
De repente me sentí un poco mareado, entonces me detuve para reposar unos minutos. No obstante fue más tiempo ya que el mal estar no cesaba y aumentaba su intensidad. Era algo sin sentido porque no le encontraba la causa; o sí…el exceso de las pastillas ingeridas, posiblemente ese descuido mío tenía la culpa. Pensé entonces que ya se me iba a pasar, pero pensé erróneamente porque eso no sucedió.
Espontáneamente mis ojos dejaron de funcionar transportándome al sueño de anoche, junto con el muchacho pintando. Primero me quedé observando sin saber si hablarle o no, después me acerque y procedí a hacerlo:-¿quién sos?-él no respondió
¿Qué hacés acá? ¿Quién sos?-repetí
-ya me conocés muy bien-respondió dándose vuelta y dejándome mudo al ver que era yo mismo, tenía mi cara, mi cuerpo, mi voz…no encontraba palabras que decir
-¿qué estás pintando?-pregunté porque no me lo mostraba
-una sorpresa-respondió con aires de psicópata
-quiero verla
-no, es una sorpresa
-la voy a ver igual-advertí empujándolo
Él realmente me estaba diciendo la verdad ¡una sorpresa! Al ver esa imagen quedé impactado, me veía a mi mismo con una camisa de fuerza, en un hospital psiquiátrico ¿Qué era aquello? ¿Acaso las pesadillas no habían terminado? ¿Qué seguiría después?
Mi alter ego que estaba atrás de mí, me reprochó con rabia apretando los dientes:-era una sorpresa-y con un chuchillo que traía me amenazó. Empecé a correr intentando evadirlo para protegerme contra su ataque y le iba tirando con cosas. Le ponía sillas para que no pasara, le cerraba las puertas en la cara pero sin poder ponerle llave al estar nervioso. A pesar de todas mis evasiones quedamos frente a frente; él con esa arma blanca y yo sin nada.
-¿Qué querés?-pregunté
-en este lugar no hay espacio para los dos
-pero yo soy el dueño de este mundo
-no, por mucho tiempo- aseguró abalanzándose sobre mi pero no dejé que se me acercara y me escapé. Salí por la puerta del fondo de mi casa viendo hacia atrás paranoicamente, y aunque allí estaba atrapado por el muro de dos metros, lo trepé. Subía con una dificultad y un desespero que me daban cansancio comenzando a acalambrarme. Ya cuando solo restaba subir mi pie derecho él me tomó apuñalándome la extremidad. Me le caí encima golpeándome la cabeza y perdiendo el conocimiento.
Desperté atado de los pies a la cabeza en una cama, parecía que estaba en un hospital:-¿dónde estoy?-pregunté asustado y confundido
-no te preocupes, acá te vamos a ayudar- respondió una mujer con aspecto de intelectual evadiendo lo que yo quería saber realmente
-¿quién es usted?
-soy Virginia-dijo sonriendo
-¿qué hago acá?
-tu padre te encontró delirando en tu casa hace una semana y luego de que te llevaron al hospital te trasladaron a este centro
-¿una semana? ¡No lo puedo creer! ¿Y delirando? ¿Qué clase de centro es este?
-te respondo; sí, una semana, y sí, estabas delirando y este es un centro de rehabilitación mental
-¿qué es lo que tengo?
-una sobredosis de medicamentos para la esquizofrenia. Me enteré de que tu hermana tiene esta enfermedad, y no sé si por equivocación o por qué motivo que tomaste los fármacos esos, me lo vas a tener que contar
-no me acuerdo, no tengo memoria, pero ¿cómo está mi hermana?
-ella está bien, sigue internada pero se va mejorando. Volvamos a tu situación hay cosas que debés decirme y ya sabés cuales son.
-no, ahora no quiero hablar…por favor
-entonces después- y se fue.
Cinco meses pasaron, Miranda ya recuperada por completo del accidente aunque con secuelas que le quedarían para siempre llegó:- ¿cómo estás?
-no sé
-¿estás sintiéndote mejor? ¿Has pasado bien?
-sigo sin dormir cada noche, sigo sin estar tranquilo, sigo sin poder vivir, sigo sin comer bien, sigo asustado, sigo paranoico y sobre todo ¡sigo este lugar! ¿Acaso te parece que estoy bien? Todos piensan que soy un maldito loco, pero no es así porque voy a salir de este lugar, muy pronto, te lo juro…
-no te alteres, yo no quería hacerte sentir mal
-pero lo hiciste
-perdón, no fue intencionalmente, y ya dejá de darme la espalda ¡habláme de frente! Desde que he venido has estado pintado sin mirarme a la cara-la respuesta se hizo esperar por un momento y luego vino un suspiro antes de que siguiera la conversación
-¿qué es lo que estás haciendo?
-no te lo puedo mostrar
-¿por qué? quiero ver
Él se da vuelta con ojos de maniático y responde:- es una sorpresa-dejando ver detrás la pintura que tenía un túnel oscuro con espejos que lo reflejaban con una camisa de fuerza y sin su cabeza, y al final una puerta abierta que mostraba aquel “Infierno de los sueños”.