martes, 2 de noviembre de 2010

Una simple salida

El calor se hacía notar pero el aire del mar tocaba la piel y lo aliviaba. La luna estaba en el cielo y las estrellas la acompañaban iluminando el cielo. Esta era una noche de verano en esas salidas de jóvenes en las que todos se embriagan. Mariana estaba muy borracha y sus amigos también. Todos ellos hacían las idioteces de su edad: (tenían entre quince y diecinueve), gritaban, cantaban, contaban chistes subidos de tono y ese tipo de cosas. Eran ocho muchachos alcoholizados en una playa, a las doce de la noche, a los que no les importaba nada, era el descontrol del verano. Para ellos cada día era una fiesta, y por otros lados de Punta del Este debía de haber chicos como ellos.

Mariana y su novio Rafael, se alejaron del grupo para tener más privacidad. Se quedaron cerca del agua pero sin dejar que esta los mojara. Allí empezaron a revolcarse en la arena y besarse, lo típico. Después de unos minutos Rafael se detuvo:-¿escuchás eso?
-no ¿qué cosa?

-eso- se que quedaron callados los dos y se sintió un ruido

-¡ay! ¡Qué asqueroso que sos! ¡Pa! ¡Qué baranda!

-jajaja-rió Rafael y al ver que su novia se alejaba la llamaba:-para no te enojes, no te vallas

-cuando se termine el olor horrible ese, voy, pero ¿qué anduviste comiendo?

-jajaja-rió nuevamente.

Un rato después seguían en la situación amorosa hasta que:-¡picarones!-gritó Víctor, uno de los amigos

-¡qué susto boludo!-gritó Mariana

-¿qué haces? ¿Qué no ves que estamos ocupados?-protestó Rafael

-sí, ya lo veo, pero vine a avisarles que nosotros en un rato nos vamos a la fiesta de electrónica, si quieren ir vallan apurándose

-sí, sí, ya vamos-lo corría Rafael.

Momentos más tardes ellos volvieron al grupo:-ya volvimos, no demoramos tanto vieron, ustedes estaban rompiendo pero no los hicimos esperando tanto ¡ahora a la fiesta!-habló Mariana

-¡tres horas estuvieron allá!-reclamó Julieta

-nada que ver, no seas exagerada, y ya vas ver cuando tengas novio hermanita, jajaja

-¿cómo es eso? ¿Qué andaban haciendo los traviesos?-curioseó Romina

-mucho sexo, mucho sexo- respondió Mariana

-yo ni me di cuenta de que no estaban- comentó Fabricio

-porque vos tenés un pedo encima...tremendo, todas las boludeces que estabas diciéndome…-se burló Romina

-pero callate que estás igual- lo defendió Axel

-¡ahí ya está el otro saltando!- atacó Romina

-¡bueno basta! No sé ustedes pero yo me voy a una fiesta de electrónica, si quieren pueden quedarse pelando por boludeces, yo me voy- avisó Mariana

-sí ¡vamo’ arriba!-intervino Rafael

-esperen que me meo- advirtió Víctor mientras salía corriendo apretando las piernas. Se alejó varios metros hasta que sus amigos no pudieran verlo y allí empezó a orinar:-¡uf! ¡Qué alivio!-. Y cuando terminó sintió que alguien le tocó la espalda:-¿quién es?

-¡no te muevas!

-ah...sos vos Axel ¡no jodas!-dijo mientras se daba vuelta

-no, no soy Axel- aclaró el hombre que estaba armado

-¿esto es un robo?

-me parece que no estás en condiciones de hacer preguntas

-mirá te doy todo-mientras sacaba cien pesos de sus bolsillos

-¿solo esto? ¿Qué no ves que te puedo volar la cabeza?

-no tengo más

-a ver…no me estás entendiendo-amenazó poniéndole el revolver en la cabeza

-tengo veinte pesos más, solo eso-dijo dándoselos

-¿conocés a esos pendejos?-preguntó señalando a sus amigos

-no, no tengo idea

-entonces no te va importar si les hago algo ¿verdad?

-no, no me importa-mintió asustado.

El ladrón se fue hacia donde estaban ellos y entonces Víctor reaccionó:- ¡corran!- y se tiró encima al tipo

-¿qué hacés tarado?- le pegó con el mango y lo dejó tirado, adolorido y lastimado.

Por otro lado sus amigos algo inquietos:-¿qué pasa que demora tanto?- se impacientó Celeste

-tiene el tanque lleno- le respondió Romina entres risas

-¡hablando enserio estoy diciendo! Sos re pendeja Romina

-habló la madura

-ta, ta, ta, déjense de joder, ya va a venir- se metió Mariana

-¡ay! ¿Qué fue ese grito?- se asustó Julieta

-deben ser algunos borrachos por algún lado, no des bola-le respondió Rafael

El delincuente se acercaba caminando sin ningún apuro:-¡mirá allá viene Víctor!-expresó Mariana, pero al ver que se aproximaba se dio cuenta de que no era su amigo.

Cuando el hombre armado llegó a ellos sus caras cambiaron; este sacó su pistola y les apuntó sin decir nada:-¡ah! ¡Nos roban! ¡Nos roban!- gritó Julieta

-¡callate! Y sí, adivinaste

-¡Nos roban! ¡Nos roban!- continuó asustada

-¡qué te calles imbecil!-disparó al cielo-ahora todos ustedes me van a dar sus cosas ¿queda claro?-nadie dijo nada-¿queda claro pendejos?- preguntó de nuevo enojado

-sí, pero no nos hagas nada-pidió Julieta

-¿y vos vas decirme que hacer pendeja?

-es que…no…por favor

-ah…parece que sí me vas a dar ordenes a mí, jajaja, si querés seguir viva ¡cerrá la boca de una vez!

-¡a ella no le hablés así!

-¡callate Fabricio!- ordenó Celeste

-no me callo nada, porque él tiene derecho de tratarnos así, porque lo primero es el respeto, el respeto…

-¡basta!- le mandó nuevamente- no le hagas caso está borracho-explicó al tipo

-¿así que te hacés el vivo?

-yo estoy vivo, porque no estoy muerto, entonces estoy vivo

-¿enserio?- se le acercó, lo agarró de los pelos y lo escupió

-¡soltame! ¡soltame!

-parece que todos ustedes son unos mandones ¡eh!- le pegó con el mango del arma y se calló al piso

Se quedó mirando a los senos de Romina pero ella no se quedó callada:- ¿qué me mirás asqueroso?

El hombre no dijo nada y miró para otro lado, pero sin avisar volvió a mirarla y la golpeó de igual forma que a Fabricio y Víctor. Mientras tanto Julieta se iba escapando disimuladamente pero no le funcionó:- ¿a dónde te vas?

-no, a ningún lado

-me parece que te querías escapar

-no, no…enserio

-anda con los otros entonces, los quiero todos juntitos, porque nadie se quiere escapar ¿verdad?-nadie respondió-¿verdad pendejos?-repitió

-sí-dijeron a coro

-me parece bien-concluyó.

Luego le sonó el celular:-¿qué pasa?

-¿a vos que te pasa? ¿No le podés robar a unos pendejos? Vamo’ arriba

-mirá, lo que pasa es que se me hacen los vivos, entonces estoy enseñándoles a respetarme

-ah...con que esa era la cosa ¿qué te parece si te acompañamos?

-sí, buena idea- respondió colgando el celular.

En un breve lapso de tiempo ya estaban los tipos con los que había hablado el ladrón. Eran dos, habían llegado en una camioneta, y se les notaba el estado de drogadicción en sus ojos, además de que estaban fumando un cigarro con un olor espantoso. Uno de ellos empezó a tocar Julieta que estaba muy asustada y reaccionaba con desprecio, pero sin decir palabras, ni hacer muchos gestos más que el de dar vuelta la cara. Luego el hombre le arrancó la remera y el pantalón, mientras que Julieta lloraba sin hacer nada. La manoseaba de pies a cabeza y además de esto, se sumó otro de los tipos al juego asqueroso. Mariana pedía angustiada que por favor no le hicieran más eso, y se abrazó con Rafael mirando a otro lado. Ninguno de ellos podía hacer nada por que uno de los delincuentes estaba apuntándoles.

A Axel le gustaba Julieta aunque ella no sabía, pero pensó que está sería una buena oportunidad de demostrárselo; estaba equivocado. Sin embargo no podía permitir tal abuso y se abalanzó sobre los violadores, los golpeó y se defendió como pudo. El tipo que tenía el arma disparó…minutos de preocupación se adueñaron de cada uno de ellos, era un situación rápida ellos se movían peleando. Tendría que tener una buena puntería ¿La tendría? ¿A quién le habrían disparado?

Uno de los abusadores cayó muerto y enseguida un segundo disparó le dio en el muslo a Axel, quien se derribó. Luego las balas empezaron a ir en dirección a los muchachos que salieron corriendo. Rafael rozó un proyectil en su brazo, Celeste no tuvo tanta suerte, la munición se le clavó en la pierna. Entre ellos intentaban ayudarse a escapar pero el psicópata los seguía sin prisa; dos balas más salieron del arma, una más para Rafael y otra para Julieta. Mariana era la única ilesa que se detuvo al ver que ya no podían escapar:- ¡déjenos en paz de una vez! ¿Qué quieren? ¿Robarnos? Mirá yo te doy mi plata, mi celular, todo, no me importa nada. Solo te pido que no nos lastimes más.

-no es posible, no podemos dejar evidencias y la evidencia son ustedes, ya va a venir la policía, y ustedes van a hablar, no voy a correr ese riesgo.-

Mariana lo mordió, rasguño, golpeó pero a cambio recibió un golpe con el revolver que quedó tirado en el suelo. Celeste que estaba conciente aunque aparentando que no, tomó el arma:- ¡no te muevas!- gritó

-¿Quién dijo eso?-preguntó el hombre dándose vuelta

- ¡quedate quieto!

-ah…mirá, no me digas ¿qué vas a hacer matarme?

- ¡callate la boca!

-dale, dipará si te creés valiente

- soy muy capaz, no me provoques

-¿qué tan capaz?

-¡basta! No digas ni una sola palabra más

-¿pensás que me das miedo? No, seas patética, matame de una vez ¡matame!

-lastimaste a mis amigos y ahora yo te voy a lastimar- y apretó el gatillo con los ojos cerrados.

Una risa malévola se inició:- ya no tiene balas

-¡estás mintiendo!- disparó de nuevo y nada pasó

-¿ves?- entonces Celeste le tiró hacia la cara, le dio en hombro- ¡perra! Ya me tenés cansado, todos me tienen cansado esto termina ahora mismo, la desmayó con el arma.

Una hora después Mariana abrió los ojos y vio que estaban todos atados, ella también, algunos aún inconscientes, otros despiertos. Preguntó confundida:-¿dónde estamos?

-en la camioneta-respondió Axel

-tengo frío, tengo frío- se lamentó Julieta que todavía estaba semidesnuda- el piso está frío- era de chapa

-¿Cuánto tiempo pasó?

-no sé, pero aún es de noche-habló Rafael.

-¿y los tipos?

-deben estar adelante- la camioneta tenía una chapa que separaba la parte de atrás con la de adelante, pero no era grande porque ellos estaban apretados, y posiblemente era robada.

-tenemos que buscar la forma de salir-propuso Mariana

-pero así no nos podemos desatar es muy incómodo-dijo Rafael

-¡ay! me duele la pierna-se quejó Axel

-a mi el brazo- agregó Rafael

-bueno basta déjense de quejarse, tenemos que irnos antes de que nos hagan algo y la pregunta es el cómo

-no te olvides de que algunos todavía no se despertaron-mencionó Axel

-sí, tenés razón ¿qué vamos a hacer con Fabricio? No creo que se despierte, estaba muy borracho ¿y con Romina?-

-a Fabricio lo dejamos acá y Romina se puede ir sola-sugirió Romina ya despierta

-este no es momento para tus idioteces-se enojó Mariana-tenemos que pensar que vamos a hacer.

De repente golpearon la puerta atrás:- ¿están ahí?

-¿quién sos?-interrogó Mariana

-soy Víctor, vine a sacarlos de acá

-¿qué? ¿Víctor? ¿Cómo llegaste?

-vine en el auto, pero no importa, no es tiempo de eso tengo que sacarlos de ahí. Vamos a hacer esto: tengo una piedra parto los vidrios, después ustedes la agarran y rompen la cerradura por adentro. Hay que ser rápidos, los tipos ahora se fueron, pero esto va a ser ruidoso ¿listos? Ahí voy-.

Pronto la puerta estaba abierta y todos se iban hacia el auto, mientras que Víctor y Rafael cargaban a Celeste que aún seguía inconsciente. Pero aún tenían que llevarse a Fabricio cuando aparecieron los delincuentes:- rápido que ya nos escucharon- se preocupó Víctor

-sí, es que pesa mucho.

Repentinamente Fabricio despertó:-¿qué hacen? ¿Qué me hacen? ¿Quiénes son? ¡Suéltenme! ¡Suéltenme!

-somos nosotros, Rafael y Víctor

-¡Suéltenme! ¡Suéltenme!-se tiró al piso

-tenemos que irnos Fabricio, después te explicamos

-¡No quiero!

-¡mierda! ¡Qué tomaste! ¡Vamos! Estamos perdiendo el tiempo, tenés que confiar en nosotros.

La discusión siguió y mientras tanto los que estaban en el auto se preocupaban:-¿qué están haciendo? ¿Por qué no vienen? ¿Les habrá pasado algo?- se angustió Mariana

-no sé, hace rato que están- respondió Julieta

-entonces yo me bajo- decidió Mariana

-no lo hagas, eso sería empeorar las cosas, quedémonos a esperar- sugirió Axel

-pero no podemos arriesgarnos a que nos atrapen a nosotros, tenemos que irnos y después volvemos a ayudarlos- propuso Romina

-pero tampoco podemos dejarlos- le reclamó Mariana

-Romina tiene razón Mariana, vamos a irnos- impuso Axel

-pero ellos, y Rafael, no quiero dejarlos

-Voy a arrancar

-¡yo me bajo!

-no Mariana, te quedás- Romina la sostenía para que no se fuera- arranca de una vez Axel-. El auto se prendió y se fueron:-¡no!- gritó Mariana ese momento.

Por otro parte Víctor y Rafael habían podido convencer a Fabricio, al ver que los hombres les disparaban. Pudieron esconderse atrás de unos árboles aunque no podían moverse porque los delincuentes estaban al acecho y no se iban. Los muchachos se pusieron nerviosos cuando uno de ellos se le acercaba; Fabricio le tiró una piedra:-¡ah! ¡Idiotas!

-¿están ahí?

-¿y qué te parece?-ahora estaban los dos buscándolos

-miralos allá van

-tengo una idea.

Rafael, Fabricio y Víctor que veían que todavía eran perseguidos, se detuvieron al estar acorralados:-alto ahí, jajaja- se burló el más que ladrón- se vienen con nosotros y sin protestar, no tengo más paciencia, los otros se habrán ido ustedes se quedan.

Los otros chicos en el auto iban preocupados por haber abandonado a sus amigos:- no puede ser que los hayamos dejado, me siento horrible, y Rafael allá, no…no puedo ni imaginarme como están- protestó angustiada Mariana

-sí, yo también me siento mal, pero tenemos que buscar ayuda, me desespera esto, y encima no tenemos los celulares. Aunque sea ¿sabes a dónde vamos Axel?- intervino Romina

-no, ni siquiera en donde estamos

-¿podés ir más rápido?

-apenas sé manejar

- ¡qué mierda!- se quejó Mariana rabiosa

Desgraciadamente el auto que iba con su lenta marcha se detuvo al no tener combustible:- ¡no! ¡No puede ser! ¡Encima esto! ¿Qué podría ser peor?- gritó Romina cuando empezaba a llover

Todos miraron al cielo:- haceme un favor Romina callate la boca y no digas más nada- pidió Mariana

-bueno ¿ahora que hacemos?- preguntó Axel

- podemos hacer solo dos cosas, una irnos caminando a donde terminemos, y la otra volver a buscar a Fabricio, Rafael y Víctor; quedarnos a esperar ya lo descarté. Ahora levanten la mano los que quieran irse caminando a donde sea que vayamos a terminar- propuso Mariana

Solo Romina levantó la mano:- ¡Romina! ¿Cómo vas a ser así? ¿Pensás dejar nuestros amigos?

-no, pero ¿qué podemos hacer nosotros? ¡Nada! Vamos arriesgarnos y terminar todos mal

-no sé, algo vamos a hacer, pero si querés irte, andate

-no, sola no voy a ir, pero se olvidan de un gran detalle; Celeste

-sí ¿qué hacemos con ella?- habló Axel

-yo estoy bien- dijo Celeste

-¡te despertaste! ¡Al fin!- se alegró Mariana con alivio

-bueno ¿a dónde vamos?- interrogó

-hemos ido derecho entonces volvamos derecho, como en línea recta -respondió Axel y comenzaron caminar.

Minutos después estaba Mariana escondida atrás de un árbol, los nervios la controlaban y no sabía que hacer. La respiración se le aceleraba, el corazón se le agitaba, el desespero en su mente crecía, la lluvia no se detenía, la noche no se iba. Estruendos que iban al cielo retumbaban en sus oídos, llamados a gritos la presionaban, amenazas la atemorizaban. Pero no podía moverse ni dejar que la descubrieran, ese sería el fin de todos.

Su mente a veces se iba pensando que todo estaba bien, que estaba en otro lugar que nada de eso pasaba. Solo eran pequeños instantes de irse a otra parte, pero la fría situación la arrastraba a tierra. Ella lloraba, la lluvia se iba, el viento se acercaba.

El turno del primero había llegado; Rafael estaba atado y parado arriba de unas piedras, pronto el agua se lo llevaría. Uno, dos, tres y se encontraba intentando respirar en el mar que lo golpeaba contra las piedras. El grito de Mariana reveló donde estaba y luego su imagen se hizo presente. Su voz alterada pedía piedad:- ¡No! ¡Por favor sáquenlo! ¡Por favor rápido! ¡Hagan algo!

Sus amigos no podían hacer nada, estaban todos atados; Julieta, Romina, Celeste, Axel, Fabricio y Víctor. El plan de rescatarlos no había funcionado para nada, Mariana era la única que había podido conseguir escapar y esconderse hasta ahora, cuando Rafael estaba muriendo ahogado. Los tipos sonreían de satisfacción y tampoco hacían nada; uno de ellos dijo:-al fin te aparecés- y se cayó al agua como si una mano lo volteara llevándolo del pie.

El mar se movió de una forma inusual por unos instantes, un sonido atípico se sintió, la cabeza de Rafael se alzó a la superficie y subió a las piedras cargando un revolver que disparó sin avisar a uno de los hombres que estaba allí armado; le dio en el abdomen. El restante de ellos solo tenía un cuchillo, que tiró al suelo a órdenes del muchacho. Este también se alejó de ellos pero siendo apuntado cuidadosamente, el tipo que estaba en el agua salía con dificultad, Rafael le entrego la pistola a Víctor y se fue con él que intentaba salir a tierra. Lo miró con ojos de rabia, luego le dio la mano y lo ayudó a salir. Cuando estaba en suelo recuperando el aliento lo pateó en la cabeza contra las piedras duras y lo dejo inconsciente. Solo Mariana estaba sorprendida de esa actitud, los otros estaban satisfechos por tal cosa.

Romina sin saber que hacer cuestionó:-¿qué hacemos ahora?

-nos vamos a llevar a este, y vamos a pedir ayuda, súbanse a la camioneta -le respondió Rafael

Axel subió pero se bajó en seguida:-¡mierda! No tiene combustible

-¡pero que suerte la nuestra!- se enojó Mariana

-entonces vamos caminando- resolvió Rafael

Y así se fueron, iban todos cansados, heridos, desfalleciendo, débiles; Víctor y Rafael le apuntaban al hombre todo el tiempo. Repentinamente se escuchó un ruido:-¡viene alguien!- dijo Julieta que se adelantaba:-¡auxilio! ¡Por acá!-gritaba alterada. Venía un auto rápidamente, un hombre manejaba el vehículo pero venía distraído hablando con una mujer; los gritos no habían sido escuchados ya que en el auto venían con música fuerte que se escuchaba desde lejos. Julieta que no se corría del medio de calle insistía con su llamado:-¡Paren! ¡Paren!.

El conductor percibió a la muchacha pero cuando ya estaban muy cerca de ella; tal vez la reacción del auto a frenar no sería a tiempo, entonces Julieta cerró los ojos para no ver su muerte. Los chillidos de las ruedas contra el piso aturdieron a todos los oídos y cuando creyeron que ya era tarde ahí estaba el auto parado frente a la chica ilesa.

Mariana y su hermana se abrazaron mientras los otros explicaban la situación, la pareja estaba desconfiada de ellos, más aún cuando vieron los revólveres que cargaban dos de ellos, por lo que no bajaron del vehículo. Se susurraban cosas:-miralos están armados-dijo ella

-¿qué hacemos?

-dale marcha atrás a todo lo que dé ¡ya!

El auto arrancó tal como habían dicho, los muchachos los seguían pero no se detenían, les dispararon a las ruedas delanteras; el vehículo no pudo seguir. Mientras tanto el tipo que llevaban de “rehén” se escapaba corriendo, Víctor se dio vuelta y le disparó en la cabeza, este se cayó al piso. Luego preguntaron donde estaban y como ir a la ciudad; la mujer les respondió. Después le sacaron las balas que le quedaban a las armas y las tiraron en el auto pero no sin antes desmayar a la pareja, no podían correr el riesgo de ser de delatados.

En seguida de eso se fueron para donde les habían indicado y así pedir ayuda, ya no tenían las armas, no se la podían negar. Llegaron a una casa y golpearon la puerta; Celeste habló:-señora nos puede ayudar nos robaron por favor-le costaba hablar por estar tan débil. La mujer reaccionando rápido los llevó en su auto hasta el hospital.

Ocho semanas después estaban todos juntos hablando de lo sucedido, sentados en el mismo lugar donde había empezado la historia. Era de tarde, en otoño, no había nadie allí más que ellos. No seguían siendo los mismos, ahora eran más fuertes, más concientes del mundo en que el estaban. Se enfrentaron a la violencia, estuvieron al límite, se defendieron, pelearon por ellos mismos, sobrevivieron, mataron.

Cuando tuvieron que contar lo ocurrido a la policía; mintieron, dijeron otra versión, nadie se delató, no dejarían ser arrestados. El hombre que mató Víctor fue encontrado y culparon a la pareja que no recordaban lo acontecido con los muchachos, la evidencia fue clara, encontraron el arma en su auto, los jóvenes negaron haberlos visto. El tipo al que Rafael le disparó no lo encontraron.

Ya pasó todo, no hay más que decir, no importan los remordimientos, ellos están a bien. Menos delincuentes, menos violencia en el mundo, así es como piensan ahora. Volvieron las cosas a la normalidad, como si nada hubiera pasado.

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